Sunday, December 03, 2006



When I'm twenty-nine



Todo empezó hace unos cuantos años, cuando se me ocurrió venir al mundo el primer día de diciembre, no me preguntéis por qué.
Supongo que hacia finales de noviembre recibí la visita de un par de funcionarios de asuntos internos comunicándome lo que por entonces intuía: que debía abandonar mi protector refugio cuanto antes.
Digo que algo ya sabía porque llevaba un par de semanas notando comportamientos extraños a mi alrededor; las conversaciones acababan siempre derivando en elogiosos retratos del mundo exterior y sus maravillosas posibilidades, y todo el mundo terminaba mirándose, como esperando expectantes algún comentario positivo mío.
El caso es que cuando llegaron los dos funcionarios ya sabía a lo que atenerme, un par de días antes había escuchado una conversación del exterior, una comida familiar en la que se decidió el nombre que se me iba a poner. Escuchaba aterrado los nombres que se iban sucediendo, y trataba de expresar mi opinión con toda suerte de patadas y movimientos varios, hasta que me tranquilizó la providencial aparición de mis hermanas mayores, que consiguieron, luego de denodados esfuerzos, convencer a mi familia de la conveniencia de llamarme Alberto.

Así que cuando llegaron aquellos dos, ya sabía a lo que atenerme. Entendí que cualquier resistencia sería futil < ;) bro>, por lo que no planteé mucha batalla. Se sentaron conmigo y desplegaron cuatro o cinco folletos, uno por día, en los que se glosaban las ventajas de nacer un 27 de noviembre, o 28.
Al final conseguí, sólo por tocar los cojones, nacer el 1 de diciembre. Accedieron, pero parecían un poco contrariados al abandonar la placenta.


Este viernes se casaron mi hermana Nieves y Guille, así que fue mi cumpleaños más especial.


Lo que no sabía fue la sorpresa que me tenían preparada: al final de la cena, se apagaron las luces y salió una tarta con mis velas y los acordes de Infinito, de Bunbury.
Nunca tanta gente me había cantado cumpleaños feliz.

Pero no muchos tienen los hermanos que tengo yo.


Felicidades Nieves y Guille. Y gracias por un día inolvidable.

Felicidades Albert

Y feliz no cumpleaños a todos.



Albert (versión 29)




P.D.- El de la foto, claro, soy yo, asimilando el cambio...

Sunday, November 19, 2006


Camera Obscura Image of Umbrian Landscape Over Bed, Umbertide, Italy, 2000


EL PATO VIAJERO


Si no existiera la Literatura me pegaría un tiro, directamente. Y en el baño, como en Corazón tan blanco. Sólo que en mi caso no sucederían al disparo las conversaciones truncadas - qué ha sido eso; ha venido del baño- ni el creciente rumor de nerviosos pasos por el pasillo ni al fin el emergente sollozo de la lamentación.

Se oiría la radio, y mi sangre manaría mansamente con el boletín de la hora en punto.


Cuando el señor Rubio nos enseñó la casa en la que ahora vivimos mi querido Paul y yo - y a veces otras personas- , nos la mostro efectivamente como el señor Rubio, agente inmobiliario.
Fue pasando por las estancias vacías, y no se le ocurrió en ningún momento abrigarlas con al menos una liviana pincelada de literatura, error que subsanamos en el acto con un par de comentarios propios de nuestra factoría, ustedes que nos conocen podrán imaginárselos.

Al llegar al baño encontramos un patito de goma, completamente solo en la bañera, y antes de salir nos explicó que durante unos meses habían vivido allí una pareja joven con un crío pequeño.
-Se les debió olvidar...


Antes de salir me pareció escuchar un lejano eco de risas infantiles, chapoteos y patitos de goma. La humanidad en un cuarto de baño, una mamá envolviendo a su pequeño en una toalla, el olor del Nenuco.
Por eso al verle solo y olvidado en la bañera me invadió la melancolía, había algo de tristeza, de clown con lágrimas en aquella estancia.


Cuando tomamos posesión, nos sentamos con él. Imaginábamos que estaría algo preocupado pensando de qué modo le iba a cambiar la vida, quiénes serían esos dos tipos que venían a perturbar su soledad, por qué demonios no podía venir otra familia, otro pequeño a quien hacer reír; quizá vivía en la tristeza de haber sido olvidado, qué ingratitud.

Decidimos adoptarle y hacerle feliz, y entonces nació Pato. Y nos descolocó.

Al principio había algo de brusquedad en el ambiente, en cierto modo era lógico que se sintiera incómodo, no dejábamos de ser dos intrusos en su intimidad, y había gozado ya de suficiente libertad como para que no le hiciera ninguna gracia vernos convertidos en su dueño.

Después de unos minutos de incómodo silencio, habló. - ¿Tenéis fuego?
En un principio nos quedamos completamente parados. Suponíamos que a un pato de juguete habría que tratarle como a un niño, educarle y esas cosas. ¿Cómo es el trato con un pato de juguete?. Le insinuamos que fumar no era algo conveniente para, en fin, un patito -¿patito?. No me toquéis los cojones.
Nosotros teníamos la experiencia de haber educado y criado a Lucas, pero entonces supimos que no podía ser igual. Lucas es Lucas y Pato Pato.

Luego dejamos las cosas claras y pasamos el resto de la tarde charlando y conociéndonos. Nos dijo que desde muy pequeño había tenido la ilusión de poder superar su destino y cada paso que daba iba en esa dirección.
Hoy en día solemos reírnos de aquellas primeras horas, personalmente yo he aprendido un montón de cosas con él. Y quiere muchísimo a Lucas, en cierto modo son muy parecidos, pero difieren en el carácter.
Supimos entonces que no le había abandonado la anterior familia, al revés; finalmente marcharon después de buscarle infructuosamente y se despidió de ellos escuchando los aullidos del pequeño Julián por las escaleras. Entonces salió de detrás de la lavadora, donde se había agazapado el día anterior cuando habían empezado a hacer las maletas. Sólo tuvo un momento de pánico cuando el crío le encontró, pero cuando ya alargaba la mano para cogerme y no había más pared se lo llevó su madre para cambiarle los pañales.

En fin, así es Pato. Pensamos que lo mejor para él, igual que Lucas, era ver mundo. Es curioso, a veces pienso que tienen más personalidad que yo. Han estado en un sinfín de países, se lo han pasado en grande y siempre que vuelven nos pasamos horas y horas escuchando todas sus peripecias. Cada uno tiene sus filias y sus fobias con la gente que conocemos, claro. En ese sentido Lucas es más cariñoso, pero muy sensible también. Le afectan más las cosas y está muy preocupado porque quiere vernos siempre felices y contentos. A veces es un poco pesadín con las mujeres, y Pato también, cada uno tiene sus preferencias.





Desde luego, Pato siente verdadera adoración por Bea. Este año le hemos enviado con ella a Manchester y lo está pasando en grande. En Velázquez 6 echamos terriblemente de menos a Bea, pero eso ya lo sabe.
El último viaje ha sido a Italia. Han hecho un montón de fotos, esperemos ir poniéndolas poco a poco.
Pato me llamó desde Pisa, una llamada entrañable: - Ojalá estuvieras aquí, Albert, iríamos a tomar un chocolate con Annie.



Mientras espero el día de mi próximo viaje, a cualquier sitio, les explicaré que cada noche estoy en un lugar distinto.
Ojalá la vida fuera como una cámara oscura, y pudiéramos meterla dentro de nosotros. Les presento a Abelardo Morell, un fantástico fotógrafo norteamericano. Con una simple caja de cartón te mete en la habitación el Empire State, y entonces imaginas qué sugerente sería recorrer la silueta del edificio acariciando su espalda.



Camera Obscura Image of the Empire State Building in Bedroom, 1994


O traerte un día, junto con el desayuno, la mismita plaza de Times Square. Entonces nos amaríamos, desaforadamente, entre carteles publicitarios. Y te vería sonreír.





Camera Obscura Image of Times Square in Hotel Room, 1997




Es lo que tiene la literatura, es lo que tiene la imaginación. La vida también es una cámara oscura.

Os quiero, pequeños.

P.D.- Socorro

Thursday, November 02, 2006




CONTAR CONTIGO



Que no sea todo mentira
o en su defecto no lo parezca
que no aumente la ceguera
de los que están siempre arriba
que el pequeño genocida
la palme de una enchilada

que no haya pasión que no valga
el mal que cien años dura
que pueda aguantar la cordura sin caer de rodillas
que no existan las heridas
y que no las volvamos a abrir

que pueda contar contigo
como sabes que conmigo siempre
que no cuente la suerte, no
sólo el destino que nos presentó

que pese menos el pasado o se recuerde al menos todo
que no cambien a su modo un episodio de historia
y el glaciar de la memoria
que no nos vuelva a fallar

que pueda contar contigo
como sabes que conmigo siempre
que no cuente la suerte, no
sólo el destino que nos presentó (x2)

que las buenas voluntades
no sean tan diferentes
que no sigas la corriente
que te lo dicen siempre
tanta charla tanta charla
tanto darle al bla bla
tanto control, tanta precaución,
tanto bienestar en el cuarto de estar

que pueda contar contigo
como sabes que conmigo siempre
que no cuente la suerte, no
sólo el destino que nos presentó (x2)

Enrique Bunbury



Mientras esperamos la vuelta de Tommy Baxter a los terrenos de juego, os dejo con una de esas canciones que es preciso escuchar cada cierto tiempo.
Si sabéis de algún lugar en donde la pueda escuchar, a ser posible con ron, por favor, no dudéis en avisarme: me encantaría cantarla con ustedes.

Por cierto, ésta va por tí, mi adorada hermanita Nieves. (Y por Jorge, claro, y por Patri, y por Bea, y por tí Paul, y por todos vosotros, pero sobre todo por tí).

Sunday, October 01, 2006





DESPIDETE S.L. (y II)

by Tom Baxter

La publicidad no pudo resultar más exitosa y a estas alturas tenían encima de la mesa media docena de encargos todos los días. De momento ofrecía dos tipos de servicios: recibimiento y despedida. Quería distinguirse de posibles competidores y diferenciarse de empresas parecidas. La suya no se dedicaba a proporcionar damas de compañía, sino a brindar momentos mágicos para el cliente. Por supuesto, se había cuidado muy mucho la confidencialidad: - hay mucha gente que se siente sola, pero les gusta que sólo ellos lo sepan, la discreción es nuestro primer mandamiento para con el cliente, caballeros...

Por ejemplo, se podía encargar una despedida con hasta una hora de antelación - hora y media si se trataba del aeropuerto-. El cliente refería sus necesidades: si requería una romántica despedida en plena puerta de embarque se ofrecía el denominado servicio de despedida sorprendente, algo más caro y no siempre igual. La clave del negocio era diversificar el servicio, si se ofreciera siempre el mismo la gente sospecharía un cierto sello en Despídete, SL., resintiéndose la calidad y, obviamente, la facturación.

Pero el servicio más demandado era el standard, lacrimosa despedida. Se llegaba a la estación, con tiempo suficiente para emocionar al cliente, a quien se ofrecía un emotivo abrazo a los pies del tren, o del autobús -existía un llamado quick-service para líneas urbanas, la gente incluso empezaba a requerir este servicio un par de días por semana, pero solían ser meros consumistas-o del avión o del barco.
En ocasiones se retiraban a un lugar apartado de la estación, quizá junto a una cabina de teléfono o el puesto de los periódicos y empezaban a brotar las palabras y las lágrimas, los te querré siempre, escribe, etc. e incluso si el empleado tenía un buen día llegaba con una carta preparada que deslizaba en el bolsillo del cliente. La normativa era muy estricta con el final del servicio, se debía esperar en el andén hasta que las manos del cliente se empequeñecieran y se perdieran en la bruma.

Y así quedó Lucía una tarde de noviembre, viendo cómo se alejaba el tren con las manos en los bolsillos de su abrigo y la nariz fría.

Con la mirada perdida, jugueteaba con el billete de 50 euros pero no lograba convertir aquella última hora en dinero, que es lo que hacía cuando, alguna que otra vez, atravesaba la línea.

Dio media vuelta y comenzó a abandonar la estación, aquel día no había mucha gente. Reparó en Sebastián, estaba despidiendo a una señora entrada en años; parecía estar haciéndolo bien, a ver qué comentaba mañana en la oficina.

No lograba contener ese desasosiego creciente que partía del fondo de sus entrañas. Le había pasado un par de veces a lo largo del año, pero nunca de esta manera. También al contrario, un par de locos confundidos a los que hubo que pararles los pies. Había conseguido poner todas las despedidas bajo sospecha, la gente miraba con disimulo los adioses, pero nadie encontraba los ficticios. Había logrado camuflar los suyos, y era tan difícil descubrirlos como adivinar si ese marido que se despedía de su mujer iba realmente a un viaje de negocios o a encontrarse con su amante, o las dos cosas.

Había llamado un par de horas antes, un chico joven: servicio rápido, pensó. Estaba de guardia en la oficina, así que cogió el coche y se fue a la estación a cumplir con el pedido: un standard, el básico. Sólo pensaba en lo bien que acababa la semana, las cosas no podían ir mejor.
Y entonces llegó, y le vio, de pie en el andén. Sí, era él, allí habían quedado y vino corriendo y me abrazó y todo transcurrió en un suspiro maravilloso hasta que me quedé allí, sola en medio del ruido de los trenes. Tendríamos que hacer cola para despedirte, fue lo primero que pensé cuando le vi.

Lucía rebuscó en el bolso las llaves de su coche. Arreciaba la tormenta y le costó un poco encontrarlo en el aparcamiento, ya era noche cerrada.
Le temblaban las manos al meter la llave en el contacto. Se secó la cara y la melena con la manga del abrigo y refugió su rostro entre las manos, tratando de serenarse.
Así estuvo, durante muchos minutos, pero sólo escuchaba la voz de Javier, y volvía a sentir sus abrazos, a revivir su sonrisa. Jamás había sentido algo así, con nadie, nunca.

Y entonces fue cuando se acordó del móvil. Se pasó la mano por la frente para quitarse los restos de la lluvia mientras buscaba en la pantalla el registro de las llamadas perdidas. Allí estaba su número, sólo tenía que llamarle. Cuánto tiempo estuvo dándose golpecitos con el móvil en los labios mientras tomaba la decisión, eso nunca lo sabré. Pero sí que no estaba decidiendo llamarle, sino armándose de valor.

Y entonces me llamó.

O quizá fue que comenzaron los tonos y Javier no cogía el teléfono y a Lucía se le salía el corazón por la boca porque tampoco sabía muy bien qué decirle cuando descolgara así que llegó a pensar ojalá no lo coja, ojalá no lo coja, mañana será otro día...

- ¿Sí...?
- H-hola, ¿Javier?
- Sí, soy yo. ¿Quién eres...?
- S-soy Lucía
- ¿Lucía...?
- Sí, soy yo. Ehm, acabo de despedirme de ti.
- Ah, sí. Dime
- Yo...
- (silencio)
- Bueno, te parecerá raro pero... me gustaría volver a verte o algo
- (Silencio).Ya, yo... Sólo quería el standard, ya sabes, el básico.
- Sí bueno, yo... había pensado que, no sé, tal vez...
- Ya...
- Bueno, siento haberte llamado. Yo... buen viaje Javier...
- Gracias, Lucía. Esto... un abrazo
- Sí, otro para ti
- Adios, Lucía, cuídate

- Sí, adiós




Foto: Chema Madoz

Sunday, September 24, 2006





DESPIDETE S.L. (I)

by Tom Baxter

Cada día, recién doblaba la calle, sacaba del bolsillo de su abrigo un pequeño trapo, con el que amorosamente lustraba la placa del portal, antes de subir a la oficina.

La u está perdiendo fuelle - parece un poco desgastada, pensó Lucía frunciendo el ceño. Una vez arriba, lo primero que hizo fue apuntar en su agenda mirar lo de la placa, mientras escondía el rebelde flequillo por detrás de las orejas.

Dando un sorbo a su segundo café, sintonizó Radio 2 y detuvo su mirada en el calendario. Aquel día aparecía señalado de manera especial, con una explosión de colores y círculos. Reparó en el Post-It y sonrió: mírame por detrás. Tomó la hoja y le dio la vuelta, recostándose en su silla con apoyabrazos: adoraba las sillas con apoyabrazos, a veces se veía en la necesidad de sostener su cabeza. Consultó el reloj: aún le sobraban unos minutos antes de que empezaran a llegar.

" Mi querida Lucy:

Soy tú. O sea, yo. O quizá debiera decir nosotras, jaja. Bueno, ya sabes. Ufff, joder tía, no sé ni qué decirte. A veces creo que esto es una jodida locura. Pero ya está, lo hicimos, ya terminó todo el papeleo. Hoy empezamos. Aquí estoy, sentada en la mesa, un poco sin saber ni por dónde empezar.

Sabes, me encantaría saber qué es de tí ahora mismo, espero que estés leyendo esto aquí donde estoy yo, entonces sabría que al menos sobrevivimos. Estoy un poco mejor ahora, supongo que será por esto, pero lo he pasado bastante mal este último mes, entre lo de Carlos, poner esto en marcha y aguantar a la gente diciéndome que estoy como una cabra. Y papá, que no lo aguanto. Ayer me tuve que marchar de casa. Empezó a decir que nunca había hecho nada normal, que las hijas de sus amigas o están casadas o son abogadas o médicos, bueno, ya sabes. Me levanté de la cena y me fui, me dio pena por mamá, luego me dijo Luis que la vio llorando en la cocina cuando volvió del cine. Pobre Luisito, lo que va a tener que aguantar hasta que termine la carrera. A ver si le convenzo y se va de Erasmus. Sería cojonudo que se fueran mis ex y no el hermanín eh.

Lo de Carlos nada, te puedes imaginar. Hace un mes que se fue y no se nada de él. Toda la puta vida despidiendo a la gente, joder. Quedándote sola, como una imbécil. Espero que ni te acuerdes de él, estaría bueno. El otro día fui a Madrid, no te puedes imaginar tía la cantidad de gente que hay sola por ahí, mirando con envidia las típicas despedidas. Nos vamos a forrar, ya verás. Hoy empiezan dos nuevos, una amiga de Marta, que bah, parece que puede servir, a ver. Y un tío así, normalucho pero que tampoco es feo. A ver si te llegan. Creo que siendo cuatro o cinco está de sobra. Ya me contarás. O ya te contaré, jaja.

Ayer me acosté con Armando, jugaba con Carlos en el equipo. No sé, siempre me gustó un poco...

Espero que se entere Carlos. Dios, no sé que estoy haciendo con mi vida Lucy...

Bueno, a ver si mañana tenemos el primer pedido. Lo más difícil fue lo de las tarifas. Te dejo, voy a ver si les explico a esta gente lo que queremos.

Cuídate mucho, Lucy, por favor, y no me juzgues con rencor...

Te quiero infinito,

P.D.- ¡Recuérdame en el segundo aniversario!"

Lucía empezó a escribirse cartas futuras el día que cumplió doce años, y era ya una costumbre saludar a sus yos venideros en momentos señalados, pero hacía tiempo que había dejado de prometerse cosas, no en vano tuvo que enamorarse otra vez, seguía fumando de vez en cuando, no se fue a vivir a Italia ni a Irlanda ni a Inglaterra, seguía perdiendo los papeles con los hombres y se sorprendía llorando alguna que otra noche. Había llegado a conocerse lo suficiente como para no prometerse nada. Le iba mejor así, con los pies en la tierra.

Sebastián, Paloma, Marcos, Susana y Ernesto esperaban en la sala de reuniones. Eran ya seis los que sacaban el trabajo diario adelante. La responsabilidad para Lucía era considerable; no sólo tenía que pagarles, también formarles, distribuir los encargos entre todos, designar guardias y llevar la parte administrativa y de marketing sin apenas ayuda, aparte de afrontar imprevistos y llevar sobre sus hombros todo el riesgo económico. Pero era lo que le gustaba, y desarrollaba su cometido con verdadera devoción.

En cierto modo había sistematizado el trabajo diario. En un año la empresa había adquirido una proyección inimaginable, y a Lucía se la veía ahora con otros ojos. Se la respetaba, y se consideraba ejemplar su inteligencia y sagacidad. No dejaba de ofrecer un servicio de primera necesidad. Tan útil como un corte de pelo, o un psicoanalista. Existían clínicas de fisioterapia pero a nadie se le había ocurrido ofrecer un alivio para un mal tan extendido en la población. Tenía una fe ciega en su negocio, y constantemente se le ocurrían nuevas ideas para dar mayor utilidad a su empresa. Había pasado de sufrir la soledad, el abandono y el desamor en sus carnes a aprovecharse de él como medio de vida. Y casi nadie creyó en ella.

...continuará...

Photo: Ernst Haas

Sunday, September 17, 2006

Cudillero





Elegías de Duino



Quizá no te acuerdes, pero cuando venías con nosotros a la ópera me gustaba ver tu rostro disimuladamente, y esperaba impaciente el momento más intenso del aria para rozar levemente tu mano. A veces se nos ocurría a la vez y entonces brotaban las sonrisas.
Confieso haber tratado de atraparte parasiempre en momentos puntuales, casi estratégicamente, porque creía que esos pequeños instantes donde la sensibilidad se libera y alcanza su cima permanecen grabados a fuego en el recuerdo de quien es capaz de amar.

Asistimos el domingo a la primera función, pero no había esta vez hombres con cabezas enormes, como salidos de Alicia. Hubo Sonrisas y lágrimas, esa familia Trapp al completo acudiendo al teatro con sus vestidos de gala, los niños con pantalón corto, la adolescente con su vestido primoroso de puesta de largo, anunciando a la buena sociedad su abandono de la infancia.

Y la semana transcurrió a partir de ellos, reflexionando acerca de la buena educación, cómo hay cosas que no pueden ser de otra manera y ojalá nunca cambien.

El sábado me llevó mi padre al Palacio de los Selgas, en Cudillero, el más imponente del norte de España. Nadie lo conoce, pero qué más da. ¿Qué ganaría la gente sabiendo de su existencia?. Para eso se abren los grandes centros comerciales, que son sitios en los que no se necesita ser elegante y hay hilo musical y tiendas y puedes ir en camiseta sin mangas y pasar la tarde con la familia.

La Fundación Selgas-Fagalde dispuso un concierto, nada más y nada menos que de Christian Zacharias, uno de los más grandes pianistas del mundo. Debía haber no más de 50 personas, bajo rigurosa invitación, y el recital se disfrutó en el pabellón de tapices, entre cuadros de Goya y tapices del siglo XV.
Al llegar a la mansión, un encargado de la Fundación acompañaba a los invitados hasta el pabellón, sito en medio de un parque maravilloso, una ecléctica mezcla de jardín inglés, francés e italiano con unos árboles majestuosos. Sólo eché en falta criados de librea, para servirnos el té en tazas de porcelana.
Unas horas antes estaba leyendo a Rilke, y no pude evitar sentirme identificado con él. Paseaba fascinado por el jardín imaginando sin cesar historias y más historias en cada rincón, no debimos leer tanto bro.
Hay listas de espera para entrar aquí, incluso de un año, y al palacio se accede con babuchas, es preciso descalzarse para no manchar las alfombras. La familia desapareció, sólo quedaron dos hermanas sin descendencia que apuraron su vida entre Asturias y, naturalmente, su palacio en la Castellana de Madrid.

El concierto fue delicioso, como no podía ser de otra manera. Mis sonatas de Mozart son las suyas, tengo su disco de Emi, pero a mi padre le sorprendió enormemente su manera de interpretar a Chopin.

Mientras ibamos abandonando el Palacio - qué tarde de septiembre...- pensaba en ciertas afinidades electivas, en la verdadera fortuna, que consiste en ser un espíritu cultivado, una distinción intelectual que no se puede comprar en ninguna parte.

Aunque, irremediablemente, te haga sentir tan solo en este mundo...

Tampoco la clase, ni la elegancia, se puede adquirir. LLevaba mi cámara en el bolsillo de mi traje, y cuando hice ademán de sacar un par de fotos para inmortalizar esa tarde de ensueño, no pude evitar sonreír a mi padre cuando me dijo: - Ni se te ocurra, Alberto.

Media hora después mi mirada ensimismada veía cómo iba cayendo la noche sobre la carretera, y pensaba en cuán distinto iba a ser todo un par de horas después, sumergido en el bullicio de San Mateo.
Pero eso fue antes de caer en los brazos de María Dolores Pradera, toda una dama de la canción.

- Orgullosamente diles que es por ti...


Menos mal que me esperaba Paul, y el ron; era preciso acabar la noche bebiendo copas de solipsismo.


Cuando volví a casa, releí la elegía primera. Alguna vez pasearé por Trieste...

Elegía I

¿Quién, si yo gritara, me oiría desde las jerarquías de los angeles?,
y aún en el caso de que uno me cogiera de repente
y me llevara junto a su corazón;
yo perecería por su existir más potente.

Porque lo bello no es nada más que el comienzo de lo terrible,
justo lo que nosotros todavía podemos soportar,
y lo admiramos tanto porque él, indiferente, desdeña destruirnos.
Todo ángel es terrible.

Y por esto yo me contengo y ahogo el grito de reclamo
de un oscuro sollozo. Ay, ¿a quién podemos recurrir?
A los ángeles no, a los hombres, no, y los animales, sagaces,
se dan cuenta ya de que no estamos muy seguros,
no nos sentimos en casa en el mundo interpretado.

Nos queda tal vez algún árbol de la ladera,
para que la volvamos a ver todos los días;
nos queda la calle de ayer y la mimada fidelidad de una costumbre
que se encontró a gusto con nosotros y por esto se quedó y no se fue.

Oh, y la noche, la noche, cuando el viento lleno de espacio cósmico
muerde nuestro rostro, ¿para quién no se quedaría,
la anhelada, suavemente desilusionadora,
penosamente inminente para el corazón solitario?
¿Es más leve para los amantes?

Ay, ellos no hacen más que ocultarse el uno al otro su suerte.
¿No lo sabes aún? Arroja de tus brazos el vacío
y añádelo a los espacios que respiramos;
tal vez los pájaros sientan el aire ensanchado con el vuelo más íntimo.
(...)









Wednesday, September 06, 2006






Sobre las decepciones



No suelo hacerlo, pero ayer me detuve en la frase que encabeza una de las páginas de mi agenda.
Y como creo que alguna de las personas que quiero - y no diré nombres- aún no lo tiene claro, quiero aportar mi granito de arena para hacérselo más fácil, aunque no sea el más indicado.

En mi caso las personas me decepcionan varias veces hasta que me doy cuenta, pero es que yo soy idiota, así que no me toméis como ejemplo.
Sin embargo, pienso que la decepción está en nosotros, por perder el tiempo con quien no merece la pena. Es cierto que perdemos a jirones el respeto por nosotros mismos mendigando un poco de cariño.

No lo hagamos más.

" La talla de las estatuas disminuye alejándose de ellas; la de los hombres, aproximándose"

Alphonse Karr. No me preguntéis quién es. (Léase mujeres en nuestro caso).


Y no estaría de más recordar Adaptation, esa película (no me lo recuerdes, bro) cuyo mensaje final era algo así como:

"Somos lo que amamos, no lo que nos aman"


Ayudadme a tenerlo claro, por favor.

Se os quiere...

Tom Baxter



Música: Take You On A Cruise, mi canción favorita de Interpol, Janis.

Thursday, August 17, 2006





HABLAR POR HABLAR



Os cuento cómo son mis últimas noches. He recuperado los placeres del insomnio después de muchas lunas. Ese momento en el que dan las 12 y la ciudad se detiene, los ruidos cesan, bajas el volumen del equipo de música y vuelves a tu habitación después de ver una película, como Syriana, por ejemplo, mi última, me gustó muchísimo pero a veces cuesta seguirle el ritmo.

Te sientes un poco extraño, en tu casa todos duermen mientras tú tecleas en el ordenador, tratando de avanzar un poco más en esos infectos escritos que perpetras de vez en cuando.
Compartes la noche con alguien desvelado como tú, en mi caso debo agradecer a Fitz y al messenger su compañía y apoyo en estos últimos y difíciles meses. Me ha ayudado a sobrellevarlos del mejor modo posible, como si no nos separaran tantos kilómetros. Te siento muy cercana...

Mi compañero de celda duerme a pierna suelta, lo cual me resulta raro, recuérdenme que le pregunte cómo lo consigue. Anoche no me dormí hasta las 5-30.

La primera vez que escuché este programa fue hace muchos años, aunque nunca lo he seguido con asiduidad. Hay que encontrar los momentos. Yo no me atrevería a comparar Gemmas o Maras pero ufff es tan delicioso sentir esa voz acariciándote los oídos...

Ha sido todo un acierto recuperar viejas tradiciones, lo cierto es que no hay mejor compañía para mis noches en vela que el mejor programa de la radio española, curiosamente no manchado por el discurso de su cadena.

Es un programa que permite reconciliarte con el mundo. Se respira humanidad desde el principio al fin, y la gente escucha, tratando de comparar los problemas de quien habla con los suyos propios, por ver si se puede sentir reflejada, o simplemente por ver si puede transmitir un consuelo, una palabra de ánimo, un apoyo, a quien lo está pasando mal.

Yo escucho voces en la noche, personas como tú y como yo, que llaman al programa para sentirse confortados, para buscar un consejo, para compartir un momento de felicidad...

Anoche no podía dejar de asombrarme por las cosas que les pasa a la gente por ahí. Es alucinante: historias que jamás podrías imaginar, tan reales como la vida misma. Es pura literatura, compruébenlo.

Anoche se habló de los problemas que genera Internet en las relaciones de pareja. Una chica había descubierto por medio de una amiga que su novio - llevan cuatro años- hacía unos meses que se había suscrito a una página de encuentros con perfil, foto y demás. Estaba destrozada y quería saber si sólo le pasaba a ella.

Le contestó una mujer de cuarentaytantos. Si piensas que tus problemas son graves, escucha este programa, es curioso comprobar cómo soporta la gente tanto sufrimiento. Tu dolor se minimiza, siempre.
Esta última mujer llevaba 10 años con su novio y descubrió lo mismo. Se creó un perfil en la misma página -sin foto, claro- y una dirección de correo. Tardó poco en dejarle su novio un mensaje en su perfil virtual, es increíble. Decía que llevaba dos meses hablando con su novio con otra personalidad, mi yo virtual le llamaba y estaba completamente hundida porque le revelaba cosas que a su yo real jamás comunicaba. Que no podía querer a su novia como ella le amaba, incluso se compró otro móvil con el que lleva hablando con su jodido novio un mes sin que éste se dé cuenta de que esa voz es la de su novia. No tengo palabras.
Esta mujer decía que está destrozada pero sin embargo no le cuesta compatibilizar los dos papeles, dice que no sabe cuánto tiempo seguirá con esto pero que el tiempo que él está con su yo virtual es tiempo que no está con otras mujeres.

Y así una historia, y otra, y otra, cada vez más increíbles...

La última fue una mujer mayor, ya abuela, casada desde hace 38 años. Su marido lleva 9 años sin dirigirle la palabra y ella sigue haciéndole la comida, y planchándole la ropa y cada vez que intenta hablar con él se va. Se siente sola. Cuando vienen sus hijos, ya casados, su marido se transforma y todo vuelve a ser como antes. - Siempre fue un buen hombre, dice, pero no entiendo por qué dejó de hablar conmigo.
Ella tiene sus propios ingresos, es pensionista, podría irse. - Pero le quiero, concluye casi llorando.

Me he reconciliado con el mundo...


Música: Pretend you're happy when you're blue, Nat King Cole

Wednesday, August 16, 2006






ON THE SUNNY SIDE OF THE STREET (II)

by Tom Baxter




A los dos meses de mi regreso conseguí abrir con un viejo amigo, inspector de policía, un despacho de detectives en Brooklyn. Por aquel entonces era un sector en auge y necesitaba un trabajo.

Stuart Abbot & Alfred Sullivan Asociados.
Pierda a su hijo. Nosotros le encontraremos.

Aún me quedaba algo de dinero, unos cuantos dólares que no había encontrado Rose entre nuestras cuentas, y conseguí convencer a Stuart para empezar en el negocio. El fue siempre quien yo quise ser: un tipo elegante, bien parecido y más preocupado por su carrera profesional - ya contaba con un par de ascensos- que en atender las demandas de las señoritas que le adoraban. Últimamente buscaba dar un giro a su vida, estaba algo cansado de resolver crímenes pasionales y pensaba en nuestra oficina como una forma de desahogarse del trabajo diario con casos que él pudiera elegir. En cierto modo, yo ponía el trabajo y él su experiencia.

- Verás, Fred, con lo que te vaya enseñando y mis contactos, el teléfono no parará de sonar, me dijo un par de días después de abrir el despacho, mientras tomábamos nuestra acostumbrada copa en el Baker´s . El encanto de Stuart también había seducido a Sophie y Harry, que cuando podían se sentaban con nosotros, generalmente antes de cerrar.
- Sí, aunque también hay que descolgarlo, supongo, respondí; a veces me veía en la necesidad de hacerme sentir importante.
- Claro, Fred, claro...concluyó llevándose la copa a los labios, mientras perseguía con la mirada los elegantes movimientos de Sophie.

A los pocos días, recibí la visita de nuestro primer cliente, un tipo menudo y de aspecto descuidado, que me revelaría en qué iba a consistir, en gran medida, mi trabajo.

- Pero siéntese, por favor. Me iba a preparar un té, ¿quiere una taza?
- Ehm, sí, está bien, dos terrones por favor, dijo mientras tomaba asiento. A sus zapatos casi les costaba tocar el suelo y flotaba en él un aire de pesadumbre. Inspiraba lástima.

- Verá, yo...me llamo Nathaniel Grant y regento una tienda de ultramarinos a pocas manzanas de aquí y, bueno, he visto su cartel y bueno, ejem, quisiera saber si ustedes...
- Usted dirá, señor Grant, le dije mientras rellenaba su ficha.

Observaba como, casi imperceptiblemente, la taza empezaba a temblarle entre las manos.

- Creo que mi mujer ha desaparecido, murmuró con voz temblorosa.
- ¿Cree?, contesté. Stuart me había enseñado a poner nerviosos a los clientes, decía que era la mejor manera de dominarlos.
- Bueno, ejem, desaparecido, sí. Al menos eso creo. Gloria nunca ha estado tanto tiempo sin mí, debe de haberle ocurrido algo terrible, sabe, algo terrible... decía, visiblemente nervioso.
- Y, dígame, ¿cuándo la vió por última vez?, inquirí.
- Bueno, hace cinco días que debería haber regresado. Hizo una pausa para beber un poco de té y adelantándose a mi pregunta contestó: - suele ir a ver a una amiga a Boston, pero siempre llama.
- ¿Dió usted aviso a la policía?, le pregunté mientras anotaba en la ficha los pormenores.
- Verá, tengo una buena razón para no hacerlo, dijo con un extraño brillo en los ojos. Dejó la taza en la mesa y se inclinó hacia delante: - Mi Gloria no está en Boston, señor Sullivan.
- ¿Y dónde está?, le pregunté estúpidamente.
- Eso es precisamente lo que quiero saber, respondió, dejándome fulminado.

Ya en el Baker´s, después de abandonar la oficina y contarle a Stuart - que no había podido pasar por allí- los detalles de la visita, comprendí que me quedaban muchas cosas por asimilar en mi nueva ocupación.
- Tienes que aprender a analizar a cada cliente, Fred. De todos modos, éste es el tipo de casos con los que nos vamos a forrar. Fácil y sencillo, y a cobrar, peroraba Stuart con su aire de suficiencia. Odiaba tener que hacer el papel de discípulo. Siguió con su sermón, mientras liaba un cigarrillo: - Verás, Fred, tienes que bajar a la tierra. Ese tipo te estaba pidiendo que descubrieras que su mujer es una zorra, como tantas, afirmaba mi socio entre una nube de humo. Sólo quiere confirmarlo. Lo sospecha, lo sabe, sólo quiere que se lo digas, un par de fotos, ya sabes. Esa es la razón por la que no va a la policía. Porque sabe que alguien se la está cepillando, concluyó apurando su ginebra.
- No todas son así, Abbe, murmuré buscando a Sophie con la vista. Pero Abbot se había levantado a por otra copa, y les veía a los dos hablando en la barra mientras la mujer de Harry se reía rellenándole la copa.

- Verás, Fred, a ver cuándo comprendes que el mundo no es como te gustaría que fuese, continuó Stuart, ya de vuelta. Recuerda a Rose, demonios, cómo te quería y lo enamorada que estaba de tí. Después de una pequeña pausa, continuó: -Y una semana después te confiesa que se ha acostado con otro tipo pero que ella no quería y por favor perdóname y dame una oportunidad y blablabla. ¿Recuerdas, verdad?.
- Claro que me acuerdo, gracias, dije encendiendo un cigarrillo. - Pero tú sabes que no nos encontrábamos bien. Y tú sabes que me quería. Joder, Stuart, no es lo mismo- me encendía por momentos - ella sabe que soy el hombre de su vida. Y sabes que Rose no es como todas...
- Mira, no me jodas, Fred. ¿Tienes los ojos tristes?. Pero qué coño piensas. Te sorprenderá saber la cantidad de casos como éste que vamos a tener. Te sorprenderá descubrir lo que verás a partir de ahora, matrimonios sólidos, noviazgos irrompibles que se van al carajo mientras te preguntas qué coño has hecho mal. ¿Qué demonios estás pensando?. ¿Hizo algo por volver contigo, Fred?. No. Simplemente se cansó de tí, se acostó con cualquier fulano, que encima no le gustaba y lo dejasteis. ¿Y crees que ahora te echa de menos cuando se está liando con otro tipo que sabes, y lo peor es que ella también, que es inferior a tí?, sentenció Abe, mirándome a los ojos.

Nunca había visto a Stuart así. Comprendí que él también tenía alguna historia olvidada, pero asumida, y me ví como un completo imbécil. Estaba perdiendo los papeles, me sentía acorralado.
- Ella me dice que me quiere. Que siempre me querrá. ¿No significa eso nada para tí, Stuart Abbot?. Había elevado la voz un tanto y ví a Harry y Sophie mirándonos desde la barra.
- Que eres idiota, Sullivan, eso es lo que me dice. Te dice lo que quieres escuchar. Y punto. Como cuando te dijo "el novio nunca es un problema" para liarse contigo.
- Maldita sea, Abe, vete al infierno, maldije cogiendo mi sombrero. - Vete, Fred, pero olvídala porque no va a volver. ¡Si te quisiera estaría contigo, imbécil!, escuché antes de cerrar la puerta del Baker´s.

Me enfundé en mi abrigo y emprendí la vuelta a casa arrastrándome por las calles, pensando en Rose. Me costaba asumir que aún no había superado mi separación, pero sabía que Stuart tenía razón. Al fin y al cabo teníamos más años juntos que sin nosotros y me conocía mejor que nadie. Quizá por eso a veces nos enfadábamos tan entrañablemente. Sonreí y murmuré: - jodido cabrón...

Pero entendí que había empezado a liberarme.

(Continuará...)

Música: As time goes by




"You must remember this,
A kiss is still a kiss, a sigh is just a sigh,
The fundamental things apply
As time goes by.
And when two lovers woo
They still say, "I love you"
On that you can rely,
No matter what the future brings,
As time goes by.
Moonlight and love songs
Never out of date,
Hearts full of passion
Jealousy and hate,
Woman needs man
And man must have his mate
That no one can deny.
Well, it's still the same old story,
A fight for love and glory,
A case of do or die,
The world will always welcome lovers
As time goes by.
Oh yes, the world will always welcome
Lovers,
as time goes by..."

Sunday, August 13, 2006

DESENFOCADO



Lo atroz de la pasión es cuando pasa,
cuando, al punto final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos




Después de cuatro días de desenfreno etílico, apuro este verano, en el que se respira un aire como de tristeza otoñal, de dulce desencanto, una atmósfera que flota ante nosotros casi sin darnos cuenta pero que a veces parecemos tocar con la punta de los dedos, en uno de esos momentos en los que a uno de nosotros - who cares, maldita sea, who cares- le toca escuchar de labios del otro cualquier derrota, que es como si fuera tuya, y escuchas su lamento con la mirada perdida y te sorprendes recordando cualquier momento dorado que acude a tu memoria porque sí, y mientras escuchas distraídamente llegas a pensar en extender la mano por ver si pudieras tocar algo, una pantalla de cine, quizá, Trumaaaaan, traigo unas cervezas...

No falta la ilusión, claro que no, cuando empiezas la semana con ese brillo en los ojos y la lengua afilada, después de guiñarte el ojo en el espejo de tu habitación y maldita sea acabas despidiéndote de tí al cuarto día tratando de retener tu rostro porque sabes que los años van pasando y que no volverán los felices días del verano, cuando te detienes un instante y observas cómo después de diez años el tiempo empieza a hacer mella y tú ya estás en condiciones de entenderlo porque ya no volverás a tener 18 años. Y es entonces cuando ves a tu familia en la cena estival anual y descubres nuevas arrugas en tus hermanas y nuevas canas en tus padres y cómo van aflorando palabras en los niños y también descubres en ellos gestos, miradas que te retrotraen al paraíso perdido de tu infancia y es ahí cuando la vida prueba a ser maravillosa porque puedes adivinar sus pensamientos cuando descubren algo novedoso para ellos, y te recuerdas, con ese aroma de nenuco y bien peinado y tu tirachinas en el bolso.
Echo de menos a Guillermo Brown...

Así que, después de no encontrar vida inteligente durante tres días, la mejor decisión fue sentarnos en la acera con nuestro inseparable ron y ver la felicidad en los demás. Es extraño ver desfilar a la gente, realmente la felicidad existe en las manos entrelazadas, los abrazos y los besos, las conversaciones vacías, las caras aburridas y el eco lejano de estentóreas risas y aún sigues esperando tú, sumido en la melancolía, que aparezca alguien al otro lado del espejo lo suficientemente mordaz como para enamorarte de ella...

Voy a por un par más, le digo a Paul, y entro en el Palacio donde abundan las camisetas-gimnasio y la banalidad, la palabra hortera se ha quedado pequeña, y sé que no voy a encontrar refugiada en un rincón del bar una chica Amelie con sandalias de Alicia, o de Dorothy, por ejemplo, que pueda contestar a cualquier pregunta que pudiera surgir con otra pregunta o con un brillo especial en los ojos. Pero ya me conformo con encontrar a alguien que no ladre la última canción del verano o que no masque chicle como una secretaria de Wisconsin.

La verdad es que lo mejor de la noche es volverte a sentar en la acera a observar a la gente y que de vez en cuando te pregunten ¿qué hacéis aquí sentados?, que es como decir cómo podéis ser tan aburridos, aunque quizá es que seamos aburridos, amigo.
Así es que volvemos a hacer vida social, hasta que me encuentro a mi hermana que me dice que el otro día fue a saludarla una antigua novia que uno tuvo, que le presentó su último novio y que todo le va muy bien - ¿Qué-tal-Albert?, y es entonces cuando recuerdo haber ido a visitarla a una remota ciudad germánica y me veo otra vez sentado en el vagón de tren y ella en el andén, cuando justo antes de partir - y había conseguido hasta entonces reprimir el llanto- me dice ¡espera! y salta al tren no para decirme te quiero sino para pedirme un cigarrillo. Naturalmente, abandoné la estación con mis lágrimas mezclándose con la lluvia en la ventanilla.
El caso es que nunca la eché de menos, pero anoche no era el momento propicio para los recuerdos, en pleno proceso de demolición. Siempre te querré...

Así que seguimos bebiendo, sin mucho ánimo, la verdad, incluso hicimos un último esfuerzo para poder escuchar unos temas en el Soho, pero también tuve que encontrar otros restos del naufragio, - mira Albert, ahí está Annie, dijiste, Paul, así que la siguiente fue regresar a casa, pensando que estaríamos mejor hoy, con nuestros libros, nuestra música, con mejor salud y más dinero.
Quizá nos arrastramos borrachos intentando encontrar ese camino de baldosas amarillas, en el que cada vez creo menos: la ciudad esmeralda se pierde entre la bruma.

Me alegro de vuestra felicidad, os la merecéis...



Toto, I´ve got a feeling we´re not in Kansas anymore...

Música: Just you, just me... BSO Everyone says I love you, Woody Allen

Friday, August 11, 2006

Hermosos y Malditos

- También a mí me gustan los tíos, no te jode, y llevo ocho meses con el mismo...

Semejante perla salió anoche de los labios de una distinguida dama - sobran las comillas, por favor - gijonesa, en una de esas noches estivales de copas al aire libre, en una concurrida plaza de esta entrañable ciudad.

Naturalmente, no pude dejar de fundirme en un solidario abrazo con mi querido Paul, después de que éste me refiriera cómo atrapó tal maravilla de la que volvía con un poco más de ron.

Lo increíble no fue ponerle rostro - fui incapaz de abarcar su oronda donosura con la mirada-, sino imaginar como hicimos gran parte de la noche la pregunta que pudo conllevar tal respuesta.

No nos llevó mucho tiempo incluirla con luces de neón en el catálogo de frases con las que armaremos nuestra futura novela, junto a otras deliciosas como - el novio nunca es un problema o - no siemprre se puede ganarr.

Viene esto a cuento por los sucesivos desmoronamientos sentimentales a los que estamos asistiendo en nuestro entorno. Me siento como un panadero en Londres en 1940. Y si a eso le unimos el avance de la masa, que no se detendrá hasta que todas las personas seamos iguales, globos (aire) en la cabeza en vez de cerebro, podemos aventurar un futuro tenebroso en poco tiempo. Sólo tienes que salir a la calle para ver cómo están las cosas.

Yo siempre quise ser uno de sus personajes. Y siento que no es éste el lado del paraíso en el quisiera haber nacido. Yo necesito glamour en las mujeres, necesito tomar cocktails al atardecer, en una de esas fiestas años 20 en una mansión con piscina, bailando jazz hasta el amanecer, completamente borracho y colgado de una de esas flappers extravagantes y femme fatale que me succionara hasta el último centavo.

Como Amory Blaine, el perfecto antihéroe: es egocéntrico, vanidoso, bebe como una esponja y a pesar de que cree enamorarse en más de una ocasión su periplo sentimental es un rosario de te querré siempre, nunca te olvidaré, no entiendo la vida sin ti, no me imaginaría en otros brazos y ¿tienes un cigarrillo?.

Para al final acabar preguntándose en qué se ha equivocado en su manera de plantearse la vida.

Como muy bien dice mi adorado Pérez-Reverte en su último artículo, el bueno de Francis tuvo la desgracia de casarse con Zelda, bella y notoria imbécil. Él encarnó el éxito americano, también el fracaso y el suicidio alcohólico a la irlandesa, después de beberse hasta el agua de los floreros.

" Cuando estoy sobrio no puedo soportar a la gente, y cuando estoy borracho, es la gente la que no me soporta a mí", dijo.

Pero el mejor homenaje es el que le brindó Dorothy Parker cuando vió su cadáver en la morgue, el día que su alcoholismo se resolvió en crisis cardíaca: "Pobre hijo de puta"

Esta noche brindaré por ti, Scott Fitzgerald, aunque sea a este lado del paraíso y tan lejos ya de los felices años 20.

Música: Night & Day, Ella Fitzgerald ; Hermosos y malditos, Bunbury


Monday, July 31, 2006


7/31/06
Gustavo Armengol. Director
Editorial Blogspot
Vete tú a saber, s/n. NY


To:

Wilhelmina Roberts
Location:Cliffs of Moher, County Clare, Ireland
www.latemiblepirataroberts.blogspot.com



Estimada Señorita Roberts:

En atención a la carta que ha enviado a nuestra editorial con fecha 31 del corriente, en la que nos trasladaba su inquietud por la penosa suerte a la que se han visto abocados Fred e Iria Noriega, personajes ambos salidos de la febril imaginación de Tom Baxter - con quien confiamos en resolver, más bien pronto que tarde, nuestra relación contractual, si es que vuelve por aquí alguna vez, por no hablar de la devolución de los gravosos anticipos que nos pidió con las artimañas y subterfugios de todos conocidas-, le agradezco muy sinceramente su interés por nuestras ediciones, pero lamento comunicarle que, al menos de momento, no hay previstas nuevas entregas de las aventuras de ambos personajes.
No hasta que su autor abandone definitivamente la bebida. Somos editores, no idiotas.

No obstante, quisiera comentarle que, hace un par de días, visité con mi abogado su lúgubre madriguera, y creo haber conseguido, después de aguantar toda sarta de ebrias sandeces y no se qué historias de una musa descarriada de ojos azules, un: -créame-señor-armengol-estoy-trabajando-en-hics-ello-, que no deja de suponer un cierto compromiso por su parte, si se puede llamar compromiso a cualquier cosa que diga un tipo rodeado de botellas y con la mirada perdida.
Y no, increíblemente no me pidió dinero.

Así es que, en cuanto haya noticia, créame que usted será la primera en saberlo.
Débaselo a Paul, la joya de la corona de la editorial, porque incluso traía en mi maletín los papeles del desahucio.
Es mucho lo que hay que aguantar con este tipo de gente, uno llega a perder la paciencia.

Suyo atentamente,

Gustavo Armengol

P.D.1- En cualquier caso, si le gusta ese tipo de "literatura", tiene a su disposición un par de títulos descatalogados, que le facilitaría muy gustosamente, a cambio de nada o casi nada :

-Góngora, ese gran desconocido, por Gregorio Martínez, o:

- Yo tampoco he leído el Ulises de Joyce, por Alfredo Ibañez

P.D. 2 : No se deje engañar por los títulos. Salvo, ejem, por el mío, claro, un Director como yo, ya sabe, a veces no sé qué hacer con tanto dinero...

Saturday, July 08, 2006



La seducción de la fantasía es lo que nos mantiene vivos. O también lo único que nos queda, pero no quiero entristecerme. No quisiera dejar de hablar del último plano del film. Al final, mientras Cecilia ve Sombrero de copa (Top hat, Mark Sandrich, 1935) , la pantalla del cine nos devuelve nuestra propia mirada. Si han visto ese plano sabrán de qué les hablo. Y si no, probablemente les dará igual.

Creo que era el epitafio de Mahler: "Aquellos que me conozcan sabrán que he existido. Los demás, no tienen necesidad de saberlo".

Dicho esto, si algo dije, me despido hasta otra. Quisiera llevar a mi Cecilia a un night-club con piano de cola, y tocar para ella toda la noche. Uno de esos night-club ocultos en la trastienda de una librería, pero en fin...



«CECILIA: –Verás... Aquí la gente envejece y muere y... y nunca encuentran el verdadero amor.
TOM BAXTER: –De donde yo vengo las personas nunca te desilusionan. Son consecuentes, siempre puedes contar con ellos.
CECILIA: –Así no encontrarás a nadie en la vida real.»




Me atrevo a decir que esta es la mejor película de Woody Allen. Y quiero decir, con esto, que es la que mejor ha logrado decirnos lo que Woody Allen ha estado descubriéndonos en los últimos cuarenta años: que lo único que podemos hacer ante el horror de la existencia es distraernos.

El último plano de Cecilia, con los ojos aguados frente a una película en la que Fred Astair canta "heaven, I'm in heaven / and my heart beats so that I can hardly speak / and I seem to find the happiness I seek" mientras atraviesa la pantalla en un baile memorable, es un encuadre que resume por completo el sentido de la vida: el conmovedor intento de olvidar, en la medida de lo posible, que vivimos en un universo al que le tenemos sin cuidado.



"I just met a wonderful new man. He's fictional but you can't have everything."



Que les vaya bien bonito...



Yo me vuelvo a la pantalla.

Sunday, July 02, 2006


COLECCION MICHEL Y MICHELLE AUER


Los Auer se conocieron en 1974, gracias a su afición coleccionista. Michel, que se había formado como fotógrafo en el mundo de la publicidad, y Michelle, que se encargaba de las bases de datos, fueron creando una colección de Fotografía que, en la actualidad, es una de las más importantes de Europa. Sí, son un feliz matrimonio después de treinta años. A veces ocurre, oye.

En Suiza, la Historia de la Fotografía no se entiende sin el nombre de los Auer. Ellos fundaron el Centro de Fotografía de Ginebra, que Michel dirigió durante 10 años, y participaron en la elaboración de la Enciclopedia de la Fotografía, en la que por cierto está il mio padre, publicada en 1985.

Y esa exposición es la que hemos traído al Antiguo Instituto de Gijón.
Aunque supongo que este pueblo preferirá ir a bailar la danza prima a la plazuela.

En fin, por lo menos se intentó.

Por una vez la Fotografía es protagonista en este triste rincón del mundo.


Foto: Andreas Feininger

Sunday, June 04, 2006


ON THE SUNNY SIDE OF THE STREET

by Tom Baxter



Tuve que romperme las piernas para empezar a escribir. Y rompérmelas en uno de esos recurrentes momentos críticos que tanto me gustan, porque no dejan de ser un motivo perfecto para no hacer nada. Hube de pasarme meses postrado en una cama entre cuatro paredes para lograr por fin plantar cara a todos mis miedos e inseguridades. Pero bueno, lo hice, y aquí me tienen, desgranando como puedo mis aburridos vicios. Lo más difícil ha sido contener la apatía que me define, aplacar las ganas de hundirme en el somnoliento sofá para pensar en las - adoro esta palabra- musarañas.

Seguro que alguien algún día dijo que cuando tocas fondo sólo tienes dos posibilidades: convertirte en un espantoso pez abisal o empezar a subir y subir hasta llegar a alcanzar cotas jamás imaginadas. Aún no sé qué es lo que el destino tiene reservado para mí, si tiene algo o si simplemente existe. Yo quisiera creer que sí hay un destino, aunque sólo sea para refugiarme en esa posibilidad y esperar la gloriosa venida de los buenos tiempos. Otro ejemplo de mi patética querencia por la vagancia más absoluta. Esperar a que venga el destino a ofrecerte té con pastas es como pensar que, por el simple hecho de conocerte, el mundo sabe cómo eres realmente y qué le puedes ofrecer, sin ninguna demostración.

Yo quería ser pianista de jazz. Yo quise ser muchas cosas. Pero sobre todo pianista de jazz. En Nueva York. I mean, pasarme la vida tocando en uno de esos night-clubs de los que no hay en esta ciudad de provincias; elegantes y por qué no, decadentes a más no poder, uno de esos bares donde tomarse una copa después de un largo día de trabajo, escuchando buena música, aflojarse la corbata y beber gin- tonic pensando en cuándo cambiará el viento. Cómo esperamos todos ese viento a favor, es curioso. Y en esa penumbra del, llamémosle, Annie Hall, también habría mujeres con la mirada perdida, en una esquina de la barra, y parejas incipientes prometiéndose lo que nos prometemos todos sin remedio en esos momentos, ese tipo de promesas que recordaremos con tristeza cuando todo se termine y haya que esperar para ofrecer nuevas otra vez de nuevo. Quizá las mismas promesas que envidrian la vista de la chica de la barra.

Un día cualquiera entre semana, quizá un martes, tendríamos el local sin excesiva concurrencia, y en esos días podría no notarse mi presencia en el rincón, y sí las teclas del piano confortándoles. Habría de alternar piezas movidas y rápidas con otras más intimistas, que son las que más me gustan porque uno se sienta en este tipo de sitios buscando melancolía, y más un martes por la noche. Qué demonios, dejaría los temas rápidos para el fin de semana, para que duren más poco aún esos esperados dos días.

Cuando uno nace en una ciudad como ésta se le cierran muchas puertas, y me alegro de poder escribirlo y no decirlo, porque sé que irremediablemente vendría alguien a decirme que no, que todos podemos alcanzar nuestros sueños vivamos donde vivamos. Afortunadamente no hay nadie a mi alrededor, y es un descanso porque hay momentos en los que no apetece tener gente alegre y optimista junto a ti. En realidad no soporto a ese tipo de gente siempre sonriente, con cara de imbécil. En realidad, no soporto a la gente. Y además, me gusta estar triste.

Eso precisamente me dijo mi mujer cuando me dejó un domingo a media tarde, justo antes del verano. Lo cierto es que nunca pude agradecerle lo suficiente aquella frase. A veces es sorprendente con qué profundidad te definen personas en quienes , más que ver unos ojos preciosos, ves unos ojos vacíos. Me acongojan, siempre, los ojos vacíos, porque nunca pueden estar tristes.

Me gusta mi ciudad porque no la veo. Contemplo mi vida como si fuera una película, con su propia banda sonora. Así es que cuando paseo por sus calles, podría estar en cualquier sitio del mundo. Pero no es el mundo un lugar al que ir cuando quieres atrasar lo máximo posible la vuelta a casa, en especial cuando nadie te espera.

- Tienes los ojos tristes, Fred.

Después de aquello, pedí el traslado a Nueva York. Aún me quedaban algunos amigos de la universidad, pero ninguno había descarrilado y no me apetecía salir de la oficina y oxigenar sus vidas con copas de compromiso.
Me sentía como si jamás hubiese dejado esta ciudad. Sólo habían pasado doce años, pero pronto empecé a recordarlos como un intervalo difuso, la sensación confusa de no haber sido yo quien vivió aquellos años huidizos, de no ser Rose, a quien me costaba ya recordar, aquella niebla.

El Baker’s lo encontré una noche mientras volvía a casa, después del acostumbrado plato combinado en el Phillie’s.
Hacía un par de semanas de mi regreso y aún no había encontrado mi camarera ideal. Sólo quería sentarme siempre en la misma barra, escuchar música y olvidarme de todo.
Antes de quitarme el sombrero ya había dejado Sophie el posavasos de papel y una cálida sonrisa, y entonces dejé de buscar y recuerdo que Harry comenzó a tocar las primeras notas de Solitude.
En aquellos días andaba yo delicadamente alcoholizado; digo delicadamente porque apuraba las copas con lágrimas en los ojos, con sonrisa de clown.
Nos hicimos amigos muy pronto: al segundo o tercer día comenzamos a hablar. Eran un matrimonio muy agradable; frisaban los cuarenta pero no tenían edad. Habían puesto el bar cinco años antes y aunque no les iba del todo mal, soñaban con convertirse en una referencia. De momento, la sensación que me daba el local era el de una bombilla mal iluminada, con un par de polillas revoloteando alrededor.

Pero lo cierto es que algo había allí que me resultó familiar, y abandoné la idea de montar mi propio negocio. Para qué. Resultó que Harry profesaba mi misma religión musical y, cuanto más hablaba con él, más cercano le sentía.
- No hay nada que hacer, Fred. Te asombraría saber cuán pocos valoran la buena música.
Al principio lamenté su existencia, porque Sophie era la clase de mujer que siempre había querido tener. Pero quizá por eso, pronto entendí que nunca dejaría de amarle.

Harry terminó por vencerme poco después. Después de horas y horas de conversación, tenía un conocimiento exacto de mis estados de ánimo.
Era maravilloso beber el primer trago y ver cómo me saludaba desde el piano dándome la bienvenida, sin levantar las manos, tocando para mí On the sunny side of the street.


(Posiblemente continuará...)

Thursday, June 01, 2006




A FEW WORDS BETWEEN TWO FELLOWS

by Tom Baxter


"Lo único que se le pasaba por la cabeza era si, en su caída, la suerte que le había empujado a esa decisión le aguardaría con un lazo de despedida en forma de inocente peatón. Llegado al primer piso, comprobó horrorizado que, a veces, las trayectorias convergen.
Y la desventura. "



Sirva este relato como humilde homenaje a un escritor único: Paul Auster.

El otro Paul ha creado una ingeniosa moda: el microblog.
Gana quien sepa juntar mejor 50 palabras. Sólo 50 palabras, ni más ni menos.
Arriba está mi participación.

Bases aquí: www.blogg-this-way.blogspot.com

Tuesday, May 30, 2006


Una furtiva lagrima


Una furtiva lagrima
negli occhi suoi spuntò,
quelle festose giovani
invidiar sembrò.
Che più cercando io vo?
Che più cercando io vo?

M'ama, sì, m'ama, lo vedo, lo vedo!

Un solo istante i palpiti
del suo bel cor sentir!
I miei sospir confondere
per poco ai suoi sospir!
I palpiti, i palpiti sentir,
confondere i miei coi suoi sospir!

Cielo, si può morir...!
Di più non chiedo, non chiedo.
Ah! Cielo, si può, si può morir...!
Di più non chiedo, non chiedo.
Si può morir...
Si può morir d'amor!

L'elisir d'amore. Gaetano Donizetti

Fotografía: Amite o la comedia de la vida. J.R. Cuervo-Arango



P.D.- Pobre Nemorino...

Saturday, May 27, 2006




Te puede fallar tu cantante favorito, tu artista preferido, tu grupo, tu programa, hasta tu hermana, tu periódico, el Sporting, tu programa de radio, tu presentador, tu panadería, tu peluquero, tu coche, tu moto, tu presidente, tu jefe, tu compañero, tu bicicleta, tus ojos, tu corazón, tu memoria, tus rodillas, tu botella de ron, tu novia, tu novia, tu novia, tu profesor, tu escritor, tu ordenador, tu selección en el mundial, un verano, un otoño, un invierno, nunca la primavera ni tu mejor hermano ni tu madre, cualquier día de la semana, se pueden caer los plomos, la luz, te pueden quitar el agua, el carnet, te puede decepcionar tu país, el mundo en el que vives, Murphy no porque es su función, hasta es posible que alguna vez te hayas fallado a ti mismo.

Pero nunca, nunca, te fallará tu mejor amigo.

Por eso mandé hacer esta placa, porque delante de esa mirilla te contemplan 14 años de amistad, de Palomas calamaronianas, a saber qué pensarán las vecinas, lo que se dirán mientras esperan el ascensor sujetando las bolsas de Alimerka, mientras sacan las llaves de casa en la cabina - me ha dicho Tere que son gays-, - yo sé que no, hay una chica morena preciosa de ojos azules- dirá Maripili, la del segundo.

A ver cuánta gente tiene tantas vidas como nosotros.

Gracias, Cortázar; jamás seremos como los demás.

Somos la hostia.

Música: Podría volver. Los Planetas. (La descubrí esta semana).

Saturday, May 13, 2006



LA INCREIBLE HISTORIA DE IRIA NORIEGA


A duras penas la pareja de policías lograba contener a la muchedumbre que se iba congregando en el centro de la plaza de la catedral. Para cuando llegaron las autoridades, el gentío desbordaba ya las colapsadas calles adyacentes y las televisiones se aprestaban a retransmitir en directo, desde las ventanas cercanas, tan increíble acontecimiento.
El Alcalde fue llevado al lugar por un angosto camino abierto entre la multitud, mientras iba asimilando, con creciente perplejidad, las inconexas informaciones que le iba gritando, entre empellones, el jefe de policía:
- Una mujer...hemos vallado...increíble...

No bien hubo alcanzado el escenario de tan desconcertantes hechos, y una vez constatada su extraordinaria importancia, el regidor dio orden inmediata de ocultar el asunto a los ojos del público, consciente de encontrarse ante algo que escapaba a su control, para lo cual se procedió a despejar, no sin una enorme dificultad, la plaza, y a instalar un improvisado tenderete protector de objetivos indiscretos, a pesar de las protestas del ejército de periodistas allí apostados.
Pero aquello no sirvió sino para avivar aún más la llama de la curtiosidad, que diría Kipling, y el revuelo ocasionado por semejante medida hizo vanos los intentos de los prebostes locales por mantener a raya lo que ya era de dominio público.

En efecto, pronto trascendió el alcance de la noticia, y en los cinco continentes se vio interrumpida la programación habitual en los medios de comunicación para dar cuenta de lo que allí estaba sucediendo. Las televisiones bombardeaban las pantallas una y otra vez, entre tomas aéreas de la plaza, con las imágenes que un avispado y afortunado testigo había tomado torpemente. En un corte de unos veinte segundos, y en los escasos momentos en los que no bailaba la cámara, el improvisado reportero había conseguido enfocar, confusamente, la figura de una joven mujer completamente inmóvil, rodeada de rostros estupefactos. Claro está, se necesitaba observar detenidamente la imagen- como así hicieron los realizadores televisivos, abusando de la cámara lenta – para poder entrever cómo aquella chica estaba sostenida en un inestable equilibrio por su pierna derecha, como si el obturador de una cámara hubiese detenido a Iria Noriega, y a su pierna izquierda, a punto de culminar su paso.

Una caterva de sesudos especialistas - doctores, filósofos, sacerdotes, científicos, visionarios... - copaban redacciones y platós intentando explicar porqués y cómos, que es la forma que tienen radios, periódicos y televisiones de dar cuerpo a sus noticias mientras las buscan.
Se originó un encendido debate público acerca de las medidas a tomar, en cuanto a las medidas prácticas, digamos, porque habría que decidir sobre la conveniencia o no de dejar a Iria Noriega tal y como estaba o llevarla a algún sitio. Por protegerla, entiendo.
El caso es que pronto se supo que la parálisis era absoluta. No hubo manera de desplazarla ni un solo centímetro de su posición, estaba graníticamente paralizada.

- Pero qué coño... - farfullaba el Alcalde ante ella, con los brazos en jarra. Se había cansado de rodearla, intentando encontrar algún detalle que le devolviera a la realidad, pero nada había de extraño en aquella figura, vestida como cualquier joven de su edad, con sus auriculares, su mochila, los ojos entornados y la boca entreabierta, como si se hubiese detenido en el preciso instante en el que sus labios susurraban el estribillo de alguna canción.

Entonces las autoridades superiores se hicieron cargo del asunto y se activó el protocolo oficial establecido para situaciones extraordinarias. Se creó una especie de consejo de nobles integrado por reconocidos expertos, en derecho y medicina fundamentalmente, pero también en otras materias. Se pretendía dilucidar, con la mayor brevedad posible, varias cuestiones, pero en especial dos: la situación legal y la médica de Iria Noriega.
Porque, en efecto, había enormes dudas acerca de si era lícito desplazarla de allí por encontrarse en un espacio público, más aún siendo la plaza de la catedral. En este asunto los canónigos se mostraron inflexibles exigiendo la retirada inmediata de la joven, por cuanto afectaba a la naturaleza sagrada del recinto, si bien era evidente que se encontraban bastante preocupados con el desvío del foco de atención. Es curioso, tiempo después, se convertiría en la catedral más visitada de la Cristiandad.

Al día siguiente tuvo lugar el tan esperado comunicado por parte del Máximo Responsable.
Fue una solemne declaración oficial, y alcanzó una enorme aceptación el detalle de colocar, junto a la nacional, la bandera de las Naciones Unidas.
Sin extenderse demasiado, el Máximo Responsable hizo partícipe al mundo de lo que allí estaba sucediendo, confirmó los contactos con todos los países del globo y confesó no conocer ni una sola razón por la que Iria Noriega había quedado paralizada. Dijo que el mundo estaba asistiendo a un hecho sin parangón en la Historia y terminó su discurso pidiendo el máximo apoyo para quienes peor lo estaban pasando: la familia de Iria Noriega.
Inmediatamente después se facilitó una nota oficial en la que el Consejo anunciaba su decisión de no tomar ninguna decisión. Dada la disparidad de opiniones, se consideró oportuno mantenerlo todo tal y como estaba, hasta que el estudio de la situación arrojara alguna luz.
Sólo al final del comunicado el Consejo declaraba que:

"1º.- A pesar de la absoluta ausencia de movimiento en el cuerpo, y con él la aparente parálisis de todas sus funciones vitales, este Consejo no puede, en base al punto siguiente y con el deseo de seguir trabajando en la recuperación del paciente, declarar la muerte clínica de Doña Iria Noriega.
2º.- No pudiendo declarar su defunción, este Consejo certifica el pleno derecho que asiste a Doña Iria Noriega a permanecer en la plaza de la catedral, considerándose inviolable su persona."

Dos meses después de aquellos días, la pequeña plaza presentaba otro aspecto. Se había descubierto a Iria Noriega, y en lugar del primer cobertizo se había instalado un coqueto kioskillo que la rodeaba, a petición familiar, para protegerla de las inclemencias del tiempo.
Completamente acristalada, resultaba perfectamente visible desde cualquier lugar de la plaza, donde habían dispuesto, provisionalmente, vallas para encauzar el inmenso flujo de gente que se acercaba, cada día en mayor número, a verla.



(...to be continued...)






Música: I saw her standing there. The Beatles

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P.D.- Iria Noriega está todavía en la plaza de la catedral de Oviedo.

Thursday, May 11, 2006




Supongo que sobran las palabras, ¿verdad...?

Es genial, la recorté hace unos años.

Música: It's all over now. Dr. John

Tuesday, May 09, 2006



Los restos del naufragio



Los restos del naufragio
quedaron esparcidos,
o desaparecidos, o rotos.

Nos queda el presente,
que ya es suficiente, y no nos debe faltar.

Nos queda la suerte,
que si se balancea un poco,
nos puede tocar.

Nos queda Oaxaca, Peyote, San Pedro y amigos,
que no nos quieren cambiar.

Nos quedan canciones que llenen los corazones,
sobre todo las de los demás.

Nos queda el mar y un buen pescado,
que comer a tu lado,
y eso sólo será si vuelves, claro.

Los restos del naufragio
quedaron esparcidos,
o desaparecidos, o rotos.

Nos queda Leonard Cohen, Tom Waits y Nick Cave.
Jaime, Santiago, el Loco y Andrés.
Charly, Fito, Spinetta, Érica, Andrea
y, cómo no, esa mi Julieta.

Nos queda Benarés, Marrakech,
Cádiz, Buenos Aires, y Santo Domingo,
si nos dejan volver.
Las señoritas que aun no conocemos.

Nos queda la plaza cuando la gente se vaya.

Nos queda el mar y un buen pescado,
que comer a tu lado,
y eso sólo será si vuelves, claro.

Los restos del naufragio quedaron esparcidos,
o desaparecidos, o rotos.

Bunbury




Foto: "Lake Michigan", c. 1950. Harry Callahan
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@...Y entonces empezó todo...

Thursday, May 04, 2006

Empire state


EMPIRE STATE

Todos los que amamos Nueva York hemos sonreído el lunes cuando el Empire State celebró su 75 aniversario.
Es lo que tienen los americanos: con el país en ruinas levantan semejante gigante, y uno entiende el orgullo indescriptible que para todo el país debió suponer acometer tal esfuerzo con el sacrificio de todos, en plena Gran Depresión.
Luego vendría King Kong y Supermán, y los suicidios. El último que lo intentó, a las 4 de la tarde, fue sujetado por los policías, y uno de los guardias reflejó luego en la prensa la quintaesencia neoyorquina: " Esto es Nueva York y no eran horas de tirarse de un rascacielos".

El compromiso social siempre ha estado presente en la Historia de la Fotografía. Y uno de los grandes fue Lewis H. Hine.
Dejó de ser profesor cuando se enamoró de la Fotografía, y le pareció el mejor modo de reflejar sus preocupaciones sociales. Es conocido por las maravillosas imágenes que tomó de los inmigrantes que llegaban a Ellis Island y por sus documentos fotográficos sobre las condiciones laborales de los trabajadores.

En 1906 comenzó a fotografiar para el Comité Nacional por la Labor Infantil (National Child Labor Committee) y en 1908 viajó intensamente captando con su cámara imágenes de niños trabajadores en fábricas, minas, calles...
Estas fotografías consiguieron alertar al público y ejercer presión para endurecer las leyes referentes a los trabajos de menores.

Luego comenzó su serie de los Work Portraits, la más importante la dedicada a la construcción del Empire State, entre 1930 y 1931.
Se subía con los obreros a los andamios, sin miedo a la altura, con cámara, trípode y lo que hiciera falta. Cocinaba su comida en las vigas calientes, como los demás, y sin su audacia jamás hubiésemos podido disfrutar de uno de los trabajos más fascinantes de la Historia de la Fotografía.

Lewis H. Hine : Allá donde estés, gracias por todo.

Fotografía: Icarus. Lewis H. Hine (1874 - 1940)
Música: The Promised Land. Bruce

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Sunday, April 16, 2006



Raíces y Alas



Desde que tengo uso de razón, no ha habido día en el que no se detuvieran mis ojos en ella.
Primero mientras revolvía el Cola-Cao, luego quizá mientras echaba azúcar en el café.
La trajo mi padre de su estancia en Inglaterra; fíjate, un trozo de madera, hasta es posible que haya sido yo quien coloreó las-letras-que-se-pueden-colorear con un rotulador rojo.
Me parece tan maravillosa la leyenda, que espero que nunca se me olvide.
Como dijo el Principito: lo esencial es invisible a los ojos.
Pero a veces, también se lee...
Feliz semana a todos.

Música:

When I grow too old to dream.
Versión de Ralph Sutton & Jim Cullum Jazz Band

"Sólo hay dos legados permanentes que podamos dejar a nuestros hijos.
Uno son las raíces. El otro las alas"

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Tuesday, April 04, 2006






Modigliani vivió 35 años. Murió completamente alcoholizado, imagino que en cualquier buhardilla con goteras. Jeanne Hebuterne fue su musa, su amante, su todo. Y cuando murió él, ella se suicidó. Pero no por eso me gusta tanto.




Si no te gustara tanto meterte en líos,
si eligieras un camino asfaltado alguna vez,
conservarías el sombrero norteño,
y la chica triste que te hacia reír.

Aunque no la quisieras, ni ella a ti,
teníais sed, siempre a la vez, en los mismos lugares, en los bares;
conservarías el bolsillo repleto,
y la chica triste que te hacia reír.

Que no me lleven al hospital. No es que desconfíe,
es que no me fío de la medicina occidental.
Que no me lleven al hospital. ¡Si ya me encuentro mejor!

Cuanto más viejo, decías, mucho más libre.
Menos plata que te arrebatan, y menos peso que cargar.
Últimamente, vas muy ligero,
sin la chica triste que te hacía reír.

Siempre hay otro lugar en la frontera,
siempre la esperanza queda, y quizás pueda ser mañana,
que el amanecer te traiga de vuelta
a la chica triste que te hacia reír.

Que no me lleven al hospital. No es que desconfíe,
es que no me fío de la medicina occidental.
Que no me lleven al hospital. ¡Ya estoy mejor!.

Asegúrate de que te dejen cerca de la parada,
la que esté más cercana, y te aleje de la diana,
y no te preocupes, por no despedirte de nadie.

La chica triste que te hacía reír. Bunbury
Jeanne Hebuterne con sombrero. Modigliani

SO ALIVE

Today I watched the boats
Moving through the harbor
Walking on water
In your arms I'd stay
Forever if I could
Forever if I may
Keeps me in your thoughts, don't disappear

I am on your side
And so alive
So alive it isn't real
If this is how I feel

Then nothing now is true
And nothing now can ever be taken away from you
Sinking in the past
The things that shouldn't last
Just put to bed and stand beside me
Stand beside me

Always on your side
I'm on your side
And so alive it isn't real
I am on your side
And so alive
And so alive
And so alive
I am on your side
I am on your side
I am on your side
And so alive

Ryan Adams

Chema Madoz

Sunday, April 02, 2006


BE ON TIME


Ahora que lo pienso, me hubiese gustado ver la cara que se me quedó cuando el tipo de la puerta de embarque me dijo que ya había partido el avión. Hemos estado llamándole for several times, me dijo mientras no podía dar crédito a lo que me estaba pasando: Dios, acabo de perder el vuelo.
Así que tuve que recorrer de nuevo todo el aeropuerto de Bruselas hasta dar con la ventanilla de Virgin, donde la chica me dijo- poniéndome la cara de circunstancias que siempre pone la gente de mostrador cuando ocurren estas cosas, algo así como sí, lo siento, no eres el único a quien le pasa esto- que tenía que pagar un billete nuevo. Y luego me fue imposible localizar a nadie por teléfono, y mientras crecía la angustia y las ganas de romper la cabina de teléfono, la paisana que tenía al lado seguía diciéndome que no me preocupara de nada, que ella había perdido un avión en Sudafrica una vez y que no había que alarmarse, que no pasaba nada por no ir al trabajo al día siguiente. Hasta creo que llegó a convencerme de que perder el avión era lo mejor que podía haberme pasado en la vida mientras yo empezaba a imaginarla con sombrero de exploradora y con la cara de Meryl Streep, qué tía más pesada - te dejaría el dinero, pero no te conozco, me repetía sonriéndome.
Cuando conseguí el billete volví a cruzar el aeropuerto y me volvió a cachear el mismo tipo de hacía una hora, y cuando me pidió que me quitara el cinturón no pude evitar empezar a reírme pensando que me iba a preguntar guiñándome el ojo: -qué, te gustó eh...
Y una vez llegado a la puerta de embarque resoplé para asimilar que tenía que pasarme el día entero allí, para lo cual improvisé una habitación en los bancos con vistas a la pista de aterrizaje, y hasta me puse las zapatillas y me pasé el día viendo desfilar ante mí vuelos a todas las partes del mundo, y conocí a un tipo que se iba a Las Vegas a jugar, y con su inglés de preescolar me hacía reír cuando repetía slot machines accionando la palanca con las manos para dar más credibilidad a sus palabras, mientras creía ver ya en sus pupilas el símbolo del dólar.

Más tarde, después de dormir a pierna suelta, me recorrí media terminal para poder fumar, y a los 34 km encontré una cafetería donde encendí un cigarrillo, e inmediatamente salió de su madriguera una camarera entrada en kilos y estupidez, que me empezó a gritar con su cara grasienta que no podía fumar si no consumía, que me largara. Y entonces fue cuando conocí a Marcel y a Helen de Breda, que me invitaron a una cerveza y a fumar con ellos y a insultar a la waitress y me dijeron que acababan de llegar de Valencia y, claro, empezaron a chapurrear las pocas palabras que habían aprendido, las palabras q aprende todo dios q nos visita: pa-e-lla, fies-ta, etc, y yo sonreía mientras pensaba en cómo cambia la vida en cuestión de minutos, qué fantástico es pensar que acabas de conocer a gente que jamás hubieses conocido si no hubiesen cambiado la hora en la madrugada del día de tu despedida. Murphy, eres implacable...

Música: Take it as it comes. The Doors
Fotografía: Watch. Josef Koudelka
Fotografía: Margaret Bourke-White
P.D.- Hoy se cumple una semana.

Thursday, March 16, 2006

World War I Flying Ace




World War I Flying Ace


Los campesinos detienen su labor por un momento para otear el horizonte y confirmar que el ronroneo que se viene sintiendo desde hace un rato es en efecto el de las hélices del Sopwith Camel, el avión del más célebre aviador que haya surcado nunca los cielos, que surge majestuoso de las brumas para encontrarse, una vez más, con su temible archienemigo el Capitán Manfred von Richthofen, el legendario Barón Rojo.
Agitan sus manos con gritos de júbilo mientras nuestro héroe les saluda con una arriesgada pirueta antes de perderse en el fragor de la batalla, que nunca será la definitiva.

Ya las balas empiezan a silbar por todos lados, pero logra esquivarlas con elegante desprecio en una sucesión de valerosas maniobras, mientras crece el desánimo entre sus rivales y la esperanza entre los suyos, que ven multiplicada su fuerza con él entre ellos.
Van cayendo tres, cuatro aviones enemigos pero el Fokker del Barón no hace acto de presencia. De pronto lo encuentra frente a él y ambos viran bruscamente a lados diferentes, con sus alas a punto de tocarse. La lucha será encarnizada.
Siguiendo su estela, el más arrojado de los pilotos se ajusta las gafas y maneja con fuerza y decisión la palanca del avión hasta lograr tenerlo a tiro, pero ese endemoniado pájaro parece moverse como pez en el agua y esquiva todos sus ataques tac-tac-tac-tac y vuelta a empezar.
Oh-oh el infame ha logrado contrarrestar el movimiento y ha tomado posición detrás del más célebre aviador de todos los tiempos. Tac-tac-tac-tac parece que se ha desatado un virulento fuego en la parte de atrás del avión, nuestro héroe trata de ponerse a salvo pero la palanca cada vez es más difícil de controlar, maldita sea piensa mientras se ve obligado a realizar un temible looping. La visibilidad empeora con esta inoportuna niebla pero aún así logra hacer blanco en el ala derecha del odiado triplano. ¡Nyah nyah! se igualan las cosas viejo carcamal, grita mientras observa cómo su fiero enemigo decide retirarse en espera de otra mejor ocasión.
Aquí está el as de la I Guerra Mundial volviendo con alguna que otra dificultad a su aeródromo, completamente exhausto, mientras saluda con su pulgar a los lugareños, todo en orden amigos, la victoria está cerca.
Antes de perderse entre la niebla maldice con su puño al cielo:
- Curse you, Red Baron!!!
- Someday, someday I'll get you...!!!!!

Thursday, March 02, 2006

3 doors down


He spends his nights in California
Watching the stars on the big screen.
Then he lies awake and wonders
Why can't that be me?
Cause in his life he's filled with all these good intentions.
He's left a lot of things he'd rather not mention right now.
But just before he says goodnight,
He looks up with a little smile at me and he says

If I could be like that
I'd give anything
Just to live one day
In those shoes.
If I could be like that, what would I do?
What would I do?

Now and dreams we run.

She spends her days up in the north park,
watching the people as they pass.
And all she wants is just a little piee of this dream, is that too much to ask?
With a safe home, and a warm bed, on a quiet little street.
All she wants is just that something to hold onto, that's all she needs.

Yeah!

If I could be like that, I would give anything
Just to live one day, in those shoes.
If I could be like that, what would I do?
What would I do?

I'm falling into this, in dreams we run away.

If I could be like that, I would give anything
Just to live one day, in those shoes.
If I could be like that, what would I do?
What would I do?

Falling in.
I feel I am falling in to this again

Be like that. 3 Doors Down


New York Première. Robert Frank

Evening in Kenwood. Bill Brandt