Thursday, October 27, 2005

Extravíos



Fue que a Paul le encanta chapotear los días de lluvia en los charcos de las calles, y si coincide el temporal de paraguas vencidos con noches de ópera, entonces gusta de hacerlo en aceras elegantes, en charcos distinguidos, por continuar así el hechizo musical y no despedirse a la puerta del teatro, como quien sale del banco un miércoles a media mañana. Sí, son maravillosos los charcos nocturnos, a la luz de las farolas, aunque ya no sean de gas.

Así es que en ésas estábamos, caminando mis zapatos y yo, chapoteando él, cuando le vimos recoger del suelo unas cuantas fotografías. Todo el mundo comprenderá el placer que supone el hecho de encontrar algo excepcional en la calle, y si se trata de imágenes de otra época, con una historia por imaginar en nuestras complejas y nunca del todo entendidas mentes, el hallazgo es doble.

No es éste el momento de contarles de qué modo se ha enredado la historia, pero les diré que se ha enredado, y mucho. Paul me reprocha mi querencia por los textos extensos, por lo que dejaré para otro día el misterio de las fotos extraviadas.

Naturalmente, me quedé con ellas.

1 comment:

tipodeincógnito said...

Qué le vamos a hacer si notamos más candor en viejas fotografías de boda, si los contrayentes nos son desconocidos, que en los rostros extraños y grises que circulan por el mundo. Dale, bro, que en una de estas volteamos el mundo.