Saturday, January 28, 2006

Bourke-White

Dr. Kurt Lisso, his wife and daughter.1945

Margaret Bourke-White(II)

Esto no es una composición. Esto no es una dramatización. Es el tesorero de la ciudad de Leipzig, su mujer y su hija después de envenenarse para evitar rendirse ante las tropas americanas. No merece la pena pensar en el por qué de su huida. Nos lo podemos imaginar. Y también la mirada de quien entró en esta habitación y vió esto. Siento hablar estos días de algo tan desagradable, pero a veces es necesario recordarlo. Personalmente, aún no he asumido que hayan podido existir aquellos años, y siento una profunda y desgarradora desolación cada vez que me acerco al tema.
Hay algo que diferencia al Holocausto del resto de genocidios, que siempre han existido en la Historia. Lo que realmente espeluzna, a mi modo de ver, es la forma de ejecutarlo. La industrialización del crimen, cómo toda la maquinaria de un país se dirige a un mismo objetivo, desviando incluso recursos militares para su fin. Nunca antes se vió tal atrocidad. El hecho de intentar comprenderlo ya es terrible en sí mismo: el intento es vano. El primer objetivo de las leyes de Nüremberg fue despojar a los judíos de su condición humana. Primero dejan de ser alemanes; después, dejan de ser personas. Se convierten en algo etéreo, una sombra fantasmal. Es una forma de justificar su eliminación, y tranquilizar a sus ejecutores, el pueblo alemán: no sois culpables.
Uno no entiende por qué el mundo se tapó los ojos con una venda.Habían leído Mi Lucha, sabían perfectamente lo que estaba pasando, se reían de Winston. Apaciguar, consensuar, dialogar, palabras todas que tanto nos suenan hoy en día.Talante. Ya no significan lo mismo. Chamberlain bajando del avión agitando el papel de la ignominia, gritando tenemos la paz - peace for our time- mientras Hitler despliega su mapa en el nido del águila. Démosles Checoslovaquia, ¿a quién le importa Checoslovaquia?. El viejo Winston es un fósil irredento, cualquiera pensaría escuchándole que se cierne sobre nosotros la peor de las tragedias. Pobre. Hitler no quiere la guerra, Alemania es un pueblo hermano, esos judíos arman demasiado ruido. Y los jerarcas nazis van llegando a la reunión del Wannsee, donde entre copa y puro terminan diseñando la Solución Final. Mientras escuchan algún lieder de Schubert.

Y la matanza industrial. El funcionario rellenando fichas, seis millones de personas con nombres y apellidos van desfilando una a una entre sus dedos y el ruido de las teclas mecanografía el horror. Espeluzna la contabilidad, la pulcritud exacta de los datos. Hombres, mujeres, niños van desapareciendo mientras sus vecinos se siguen enamorando como si no pasara nada. Los trenes van pasando, quién puede asimilar la visión de aquellos vagones, la gente hacinada, quién puede permanecer impasible. Muchas veces pienso qué sentirían aquellas gentes.
Hay algo que explica mejor que nada aquello, algo que te hace dudar ya para siempre de la condición humana: sus miradas. Cada vez que les miro sus ojos me encuentran, y me transmiten su infinita angustia, más que dolor veo estupor, no saber qué está pasando, no querer saberlo. Quizá el miedo sea la ignorancia, desvestirse, entrar en las duchas, qué miradas se cruzarían en aquellos momentos, cuántos abrazos, cuántas lágrimas mezcladas con ciclón B. Y después el silencio.
Y en la garita dos SS apuran sus cigarrillos, se cuentan algún chiste mientras se ajustan sus máscaras antigás y abrirían la puerta preparando sus pistolas, listos para acometer la rutinaria tarea de rematar a los moribundos, quizá algún niño se despierta debajo del cuerpo de su padre protector y el pavor apresa sus ojos mientras van sonando los disparos, metódicos, inapelables, terribles.

Hay algo que espanta, y que el mundo no acaba de comprender. Y es la falta de lucha del pueblo judío. Iban como ovejas al matadero, sin rebelión, sin protesta. Es espantoso comprobar cómo aceptaban la situación sin más, convencidos, pienso, de la imposibilidad de lo que luego sucedió. Quiero decir: sencillamente no se les pasaba por la imaginación.
Churchill dixit: "No hay supervivencia sin victoria", en aquel célebre discurso en la Cámara de los Comunes, mayo de 1940, Inglaterra completamente sola y envuelta en llamas. Winston Churchill. Winston Churchill. Winston Churchill.



"I say to the House as I said to ministers who have joined this government, I have nothing to offer but blood, toil, tears, and sweat. We have before us an ordeal of the most grievous kind. We have before us many, many months of struggle and suffering.

You ask, what is our policy? I say it is to wage war by land, sea, and air. War with all our might and with all the strength God has given us, and to wage war against a monstrous tyranny never surpassed in the dark and lamentable catalogue of human crime. That is our policy.

You ask, what is our aim? I can answer in one word. It is victory. Victory at all costs - Victory in spite of all terrors - Victory, however long and hard the road may be, for without victory there is no survival.

Let that be realized. No survival for the British Empire, no survival for all that the British Empire has stood for, no survival for the urge, the impulse of the ages, that mankind shall move forward toward his goal.

I take up my task in buoyancy and hope. I feel sure that our cause will not be suffered to fail among men. I feel entitled at this juncture, at this time, to claim the aid of all and to say, "Come then, let us go forward together with our united strength."


Decidme que no se os caen las lágrimas. Decidme cuántos Chamberlain más tendremos que soportar, decidme por qué tantos imbéciles con mando en plaza olvidan el tremendo sacrificio de quienes dieron su vida por la libertad, con la esperanza de que no se volviera a repetir.

Primo Levy se suicidó después de escribir su dolorosa trilogía sobre los campos de exterminio. Y se suicidó porque ya no sabía si lo que recordaba había sucedido realmente...

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