Friday, November 01, 2013

Réquiem


Réquiem


¡Ah, la muerte...!


Cada cierto tiempo siento la necesidad de sentarme en el sofá y dejarme llevar por el Réquiem de Mozart. Y ya antes de comenzar la audición me vuelvo incorpóreo, porque sé lo que voy a experimentar.
Antes escuchaba el de Karajan con la Filarmónica y los Cantores de Viena, pero eso era cuando no conocía el de Peter Schreier, con la Staatskapelle de Dresden.
Ahora, echo de menos el crepitar del vinilo.

Y yo me pregunto cómo puede existir alguien en este mundo que no se emocione con Mozart.

Recordaba hoy las vanitas, las danzas macabras, el memento mori, todas estas cosas. Cómo el mundo, allá por el siglo XIII, trataba de encontrar algún sentido a la vida entre tanta epidemia.
La Muerte dominándolo todo.
Tenemos en nuestra memoria a la Muerte, con su guadaña. ¿Por qué una guadaña?.

Todo tiene su explicación. Aquella Europa rural, oscura, iletrada. El miedo. La guadaña no es un apero cualquiera. Es el que se utiliza cuando se completa el ciclo de la cosecha. Todo concuerda: siembra, florecimiento, siega. No es difícil asimilar los brotes y las vidas. Así, la muerte nos siega a todos, sin distinción. Se cierra el círculo, agrícola y vital. Y grabada en el mango, una inscripción: "Nemini Parco", no hay lugar para el perdón. Polvo somos...

 Acuérdate de los que se fueron
erizados,
rasgando con su grito nuestro día
vivo;

La última mirada no bastó
para olvidar su brillo tenue,
se perpetúa
en el carrusel de la conciencia
su miedo acongojado

Sima oscura, profunda,
luz fundida, silencio galopante
un último sonido: baile de arena,
sonajero activo, llama enlutado al crucifijo frío...

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