Wednesday, August 16, 2006






ON THE SUNNY SIDE OF THE STREET (II)

by Tom Baxter




A los dos meses de mi regreso conseguí abrir con un viejo amigo, inspector de policía, un despacho de detectives en Brooklyn. Por aquel entonces era un sector en auge y necesitaba un trabajo.

Stuart Abbot & Alfred Sullivan Asociados.
Pierda a su hijo. Nosotros le encontraremos.

Aún me quedaba algo de dinero, unos cuantos dólares que no había encontrado Rose entre nuestras cuentas, y conseguí convencer a Stuart para empezar en el negocio. El fue siempre quien yo quise ser: un tipo elegante, bien parecido y más preocupado por su carrera profesional - ya contaba con un par de ascensos- que en atender las demandas de las señoritas que le adoraban. Últimamente buscaba dar un giro a su vida, estaba algo cansado de resolver crímenes pasionales y pensaba en nuestra oficina como una forma de desahogarse del trabajo diario con casos que él pudiera elegir. En cierto modo, yo ponía el trabajo y él su experiencia.

- Verás, Fred, con lo que te vaya enseñando y mis contactos, el teléfono no parará de sonar, me dijo un par de días después de abrir el despacho, mientras tomábamos nuestra acostumbrada copa en el Baker´s . El encanto de Stuart también había seducido a Sophie y Harry, que cuando podían se sentaban con nosotros, generalmente antes de cerrar.
- Sí, aunque también hay que descolgarlo, supongo, respondí; a veces me veía en la necesidad de hacerme sentir importante.
- Claro, Fred, claro...concluyó llevándose la copa a los labios, mientras perseguía con la mirada los elegantes movimientos de Sophie.

A los pocos días, recibí la visita de nuestro primer cliente, un tipo menudo y de aspecto descuidado, que me revelaría en qué iba a consistir, en gran medida, mi trabajo.

- Pero siéntese, por favor. Me iba a preparar un té, ¿quiere una taza?
- Ehm, sí, está bien, dos terrones por favor, dijo mientras tomaba asiento. A sus zapatos casi les costaba tocar el suelo y flotaba en él un aire de pesadumbre. Inspiraba lástima.

- Verá, yo...me llamo Nathaniel Grant y regento una tienda de ultramarinos a pocas manzanas de aquí y, bueno, he visto su cartel y bueno, ejem, quisiera saber si ustedes...
- Usted dirá, señor Grant, le dije mientras rellenaba su ficha.

Observaba como, casi imperceptiblemente, la taza empezaba a temblarle entre las manos.

- Creo que mi mujer ha desaparecido, murmuró con voz temblorosa.
- ¿Cree?, contesté. Stuart me había enseñado a poner nerviosos a los clientes, decía que era la mejor manera de dominarlos.
- Bueno, ejem, desaparecido, sí. Al menos eso creo. Gloria nunca ha estado tanto tiempo sin mí, debe de haberle ocurrido algo terrible, sabe, algo terrible... decía, visiblemente nervioso.
- Y, dígame, ¿cuándo la vió por última vez?, inquirí.
- Bueno, hace cinco días que debería haber regresado. Hizo una pausa para beber un poco de té y adelantándose a mi pregunta contestó: - suele ir a ver a una amiga a Boston, pero siempre llama.
- ¿Dió usted aviso a la policía?, le pregunté mientras anotaba en la ficha los pormenores.
- Verá, tengo una buena razón para no hacerlo, dijo con un extraño brillo en los ojos. Dejó la taza en la mesa y se inclinó hacia delante: - Mi Gloria no está en Boston, señor Sullivan.
- ¿Y dónde está?, le pregunté estúpidamente.
- Eso es precisamente lo que quiero saber, respondió, dejándome fulminado.

Ya en el Baker´s, después de abandonar la oficina y contarle a Stuart - que no había podido pasar por allí- los detalles de la visita, comprendí que me quedaban muchas cosas por asimilar en mi nueva ocupación.
- Tienes que aprender a analizar a cada cliente, Fred. De todos modos, éste es el tipo de casos con los que nos vamos a forrar. Fácil y sencillo, y a cobrar, peroraba Stuart con su aire de suficiencia. Odiaba tener que hacer el papel de discípulo. Siguió con su sermón, mientras liaba un cigarrillo: - Verás, Fred, tienes que bajar a la tierra. Ese tipo te estaba pidiendo que descubrieras que su mujer es una zorra, como tantas, afirmaba mi socio entre una nube de humo. Sólo quiere confirmarlo. Lo sospecha, lo sabe, sólo quiere que se lo digas, un par de fotos, ya sabes. Esa es la razón por la que no va a la policía. Porque sabe que alguien se la está cepillando, concluyó apurando su ginebra.
- No todas son así, Abbe, murmuré buscando a Sophie con la vista. Pero Abbot se había levantado a por otra copa, y les veía a los dos hablando en la barra mientras la mujer de Harry se reía rellenándole la copa.

- Verás, Fred, a ver cuándo comprendes que el mundo no es como te gustaría que fuese, continuó Stuart, ya de vuelta. Recuerda a Rose, demonios, cómo te quería y lo enamorada que estaba de tí. Después de una pequeña pausa, continuó: -Y una semana después te confiesa que se ha acostado con otro tipo pero que ella no quería y por favor perdóname y dame una oportunidad y blablabla. ¿Recuerdas, verdad?.
- Claro que me acuerdo, gracias, dije encendiendo un cigarrillo. - Pero tú sabes que no nos encontrábamos bien. Y tú sabes que me quería. Joder, Stuart, no es lo mismo- me encendía por momentos - ella sabe que soy el hombre de su vida. Y sabes que Rose no es como todas...
- Mira, no me jodas, Fred. ¿Tienes los ojos tristes?. Pero qué coño piensas. Te sorprenderá saber la cantidad de casos como éste que vamos a tener. Te sorprenderá descubrir lo que verás a partir de ahora, matrimonios sólidos, noviazgos irrompibles que se van al carajo mientras te preguntas qué coño has hecho mal. ¿Qué demonios estás pensando?. ¿Hizo algo por volver contigo, Fred?. No. Simplemente se cansó de tí, se acostó con cualquier fulano, que encima no le gustaba y lo dejasteis. ¿Y crees que ahora te echa de menos cuando se está liando con otro tipo que sabes, y lo peor es que ella también, que es inferior a tí?, sentenció Abe, mirándome a los ojos.

Nunca había visto a Stuart así. Comprendí que él también tenía alguna historia olvidada, pero asumida, y me ví como un completo imbécil. Estaba perdiendo los papeles, me sentía acorralado.
- Ella me dice que me quiere. Que siempre me querrá. ¿No significa eso nada para tí, Stuart Abbot?. Había elevado la voz un tanto y ví a Harry y Sophie mirándonos desde la barra.
- Que eres idiota, Sullivan, eso es lo que me dice. Te dice lo que quieres escuchar. Y punto. Como cuando te dijo "el novio nunca es un problema" para liarse contigo.
- Maldita sea, Abe, vete al infierno, maldije cogiendo mi sombrero. - Vete, Fred, pero olvídala porque no va a volver. ¡Si te quisiera estaría contigo, imbécil!, escuché antes de cerrar la puerta del Baker´s.

Me enfundé en mi abrigo y emprendí la vuelta a casa arrastrándome por las calles, pensando en Rose. Me costaba asumir que aún no había superado mi separación, pero sabía que Stuart tenía razón. Al fin y al cabo teníamos más años juntos que sin nosotros y me conocía mejor que nadie. Quizá por eso a veces nos enfadábamos tan entrañablemente. Sonreí y murmuré: - jodido cabrón...

Pero entendí que había empezado a liberarme.

(Continuará...)

Música: As time goes by




"You must remember this,
A kiss is still a kiss, a sigh is just a sigh,
The fundamental things apply
As time goes by.
And when two lovers woo
They still say, "I love you"
On that you can rely,
No matter what the future brings,
As time goes by.
Moonlight and love songs
Never out of date,
Hearts full of passion
Jealousy and hate,
Woman needs man
And man must have his mate
That no one can deny.
Well, it's still the same old story,
A fight for love and glory,
A case of do or die,
The world will always welcome lovers
As time goes by.
Oh yes, the world will always welcome
Lovers,
as time goes by..."

2 comments:

tipodeincógnito said...

Pase lo que pase yo me pido el papel de Harry, el dueño de Baker's, para cualquier superproducción cecilbedemiliana. Keep on going, bro, the quest is almost over.

Anonymous said...

Quizá Rose no te haya olvidado. Quizá cuando se fue lo hizo huyendo de mil cosas, incluso de sí misma. Y quizá ahora, lejos donde esté, se levante algunas mañanas pensando en tí. Y cuando llegue a su desangelado y solitario apartamento después de un mal día, se pregunte cómo sería todo si tú estuvieras allí.
Lucha por ella, búscala, demuéstrale que aún la quieres y que realmente eres el tipo que ella se merece, aquel del que una vez se enamoró.