Friday, August 11, 2006

Hermosos y Malditos

- También a mí me gustan los tíos, no te jode, y llevo ocho meses con el mismo...

Semejante perla salió anoche de los labios de una distinguida dama - sobran las comillas, por favor - gijonesa, en una de esas noches estivales de copas al aire libre, en una concurrida plaza de esta entrañable ciudad.

Naturalmente, no pude dejar de fundirme en un solidario abrazo con mi querido Paul, después de que éste me refiriera cómo atrapó tal maravilla de la que volvía con un poco más de ron.

Lo increíble no fue ponerle rostro - fui incapaz de abarcar su oronda donosura con la mirada-, sino imaginar como hicimos gran parte de la noche la pregunta que pudo conllevar tal respuesta.

No nos llevó mucho tiempo incluirla con luces de neón en el catálogo de frases con las que armaremos nuestra futura novela, junto a otras deliciosas como - el novio nunca es un problema o - no siemprre se puede ganarr.

Viene esto a cuento por los sucesivos desmoronamientos sentimentales a los que estamos asistiendo en nuestro entorno. Me siento como un panadero en Londres en 1940. Y si a eso le unimos el avance de la masa, que no se detendrá hasta que todas las personas seamos iguales, globos (aire) en la cabeza en vez de cerebro, podemos aventurar un futuro tenebroso en poco tiempo. Sólo tienes que salir a la calle para ver cómo están las cosas.

Yo siempre quise ser uno de sus personajes. Y siento que no es éste el lado del paraíso en el quisiera haber nacido. Yo necesito glamour en las mujeres, necesito tomar cocktails al atardecer, en una de esas fiestas años 20 en una mansión con piscina, bailando jazz hasta el amanecer, completamente borracho y colgado de una de esas flappers extravagantes y femme fatale que me succionara hasta el último centavo.

Como Amory Blaine, el perfecto antihéroe: es egocéntrico, vanidoso, bebe como una esponja y a pesar de que cree enamorarse en más de una ocasión su periplo sentimental es un rosario de te querré siempre, nunca te olvidaré, no entiendo la vida sin ti, no me imaginaría en otros brazos y ¿tienes un cigarrillo?.

Para al final acabar preguntándose en qué se ha equivocado en su manera de plantearse la vida.

Como muy bien dice mi adorado Pérez-Reverte en su último artículo, el bueno de Francis tuvo la desgracia de casarse con Zelda, bella y notoria imbécil. Él encarnó el éxito americano, también el fracaso y el suicidio alcohólico a la irlandesa, después de beberse hasta el agua de los floreros.

" Cuando estoy sobrio no puedo soportar a la gente, y cuando estoy borracho, es la gente la que no me soporta a mí", dijo.

Pero el mejor homenaje es el que le brindó Dorothy Parker cuando vió su cadáver en la morgue, el día que su alcoholismo se resolvió en crisis cardíaca: "Pobre hijo de puta"

Esta noche brindaré por ti, Scott Fitzgerald, aunque sea a este lado del paraíso y tan lejos ya de los felices años 20.

Música: Night & Day, Ella Fitzgerald ; Hermosos y malditos, Bunbury


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