Saturday, December 24, 2005

Teatro




Imaginaos



¿Se abre el telón o se sube?.No creáis que es baladí. Un único foco ilumina poco a poco el centro del escenario, donde sólo hay una silla de director. Junto a ella en el suelo, un megáfono, de pie. No, no hay megáfonos de pie, si es eso en lo que estás pensando. Sería ciertamente muy incómodo. El resto permanece en penumbra. Silencio absoluto. Se oye un repentino y estentóreo tosido hacia el final del patio de butacas, seguido de un desagradable carraspeo. A uno le tienta llamar a una ambulancia y sacar del teatro a semejante enferma. Sería divertido señalarla a los camilleros - es allí, aquella pobre mujer-, y ver la cara de incredulidad de la susodicha pobre mujer. Perdón por lo de susodicha. Luego empezaría a forcejear con ellos y a gritar escandalosamente, intentando demostrar al mundo su perfecto estado de salud, descubriéndose su no sé por qué razón forzada tos. Acabaría con un sonado soltarme, cabrones, que sería motivo de mofa y sarcásticos comentarios en el café de las tardes siguientes; ah, esos duelos hirientes con que se desangran las Presley de provincias. Aunque para entonces ya el respetable tomaría partido por una u otra causa, ya estoy viendo al típico caballero mal encarado levantándose de su asiento, justo delante de la protagonista, agitando el programa con un -oh, vamos, claro que se encuentra mal, esa tos no anuncia nada bueno, créame-, y la dulce joven de dos filas más allá, siempre defensora, sea de lo que sea, pero defensora:
- Eh, oiga, espere un momento, ( un eh, oiga cadencioso, como de Mía Farrow: e-h-o-o-i-i-g-a), que se ha creído usted, déjela en paz, es usted ridículo en sus predicciones, sabe.
- Pero que está usted diciendo, señorita, métase en sus asuntos, quiere
- Sí, vaya si lo es, usted cree ver la muerte en los demás. Claro que le recuerdo, el año pasado le dijo lo mismo al dueño del Zip`s y ahí sigue. No le pasó nada. Es usted un farsante. Y un horrible hombre.

Qué fácil sería alborotar el corral.

Suena una estridente “melodía” de móvil en uno de los palcos. Todas las cabezas, todas las miradas repentinamente llameantes de ira se vuelven inquisitivas al epicentro, como girasoles al sol. Es el mío. Dejo que suene hasta el final, y entonces, pasado un tiempo, meto furtivamente la mano en el bolsillo y procuro apagarlo sin que nadie se percate.
Hacia la mitad del primer acto, justo antes del primer asesinato, comenzaré a sacar la cabeza de la camisa y podré volver a la superficie. A lo largo de la próxima semana mi tez volverá a cobrar su color natural.
A pesar de mi sufrida representación, la señora que invade mi reposabrazos, digo, mi reposabrazos, me hace saber con sus muecas de desprecio que ella sí sabe de quién era el móvil. De pronto siento la desagradable sensación de estar en cierto modo sometida a ella, y no sólo a ese perfume que me impide respirar con libertad. Desasosiego.

Pero volvamos al proscenio.
Después de unos momentos, y con la silla ya iluminada, el silencio se disipa con unos pasos, ni rápidos ni lentos, dirigiéndose a ella. A punto de entrar en la luz, la figura que se sugiere en la sombra se detiene en el último límite por unos segundos, como si vacilara en su determinación de tomar asiento. Y digo tomar asiento y no sentarse porque se trata de una silla de director, y ello tiene otras connotaciones que el doméstico sentarse no puede ofrecer. Tomar asiento es más, diría, ampuloso, recargado, oficial.
Por fin, el director da un paso hacia la luz, y después otro, hasta abandonar la oscuridad. Y se sienta.

De la forma más elegante que se pueda imaginar, el director cruza las piernas y enciende un cigarrillo. Adopta ahora una posición cómoda, y se abandona a la meditación, y al humo.
Nada ocurre en todo este tiempo, sólo un silencio absoluto y nada opresivo.
Poco a poco la noche se cierne, y es entonces cuando el director desanda el camino, con la única compañía de sus pasos y una luz incandescente.

3 comments:

Anonymous said...

El megáfono de pie es genial.Cuántas contorsiones habría que hacer para hablar por él.Es tan inútil que seguro que ya se está fabricando.

Y bueno, habría que pensarlo pero,creo que prefiero subir el telón.por lo menos hoy.
Gracias por tu blogg. Me encanta que me hagan reflexionar



Gracias por tu blogg!

tipodeincógnito said...

Entre la tos estridente y el móvil tormentoso hay una cabeza con tendencias genéticamente alopécicas -y tez pálida y en el mentón un hoyuelo- que a veces piensa: acaso es a mí a quien deberían internar: mi enfermedad no tose pero genera ansiedad y, por las noches, es tan difícil conciliar el sueño como trinchar un pavo con una cucharilla de café. Brother, sí tú abandonas ellos ganan. No te me mueras nunca.

Alberto Cuervo-Arango Rodero said...

Foto:Chema Madoz